lunes, 21 de septiembre de 2020

ARMANDO FERNANDEZ ALVAREZ, un marinero asturiano en el infierno de los campos de concentración del Norte de África.


        



Armando Fernández Álvarez cuando se incorporó a la Marina para hacer el servicio militar

    

    Cuando empezó la guerra Armando Fernández Álvarez tenía 20 años. Desde Asturias, donde nació, se había enrolado en la Marina, porque así lo quería su padre. 

Estuvo destinado en el Libertad como marinero de 2ª. En junio de 1937 participó como voluntario en un servicio de transporte en el buque tanque Elcano cruzando el paso de Gibraltar para socorrer Gijón en una acción arriesgada y recibió, como toda la tripulación, la Medalla del Deber (D.O. 15/11/ 1938).

    Salió de España el 5 de marzo de 1939 con el crucero Libertad y, como todos los marinos de la armada, fue internado en el campo de concentración de Meheri Zebbeus. Armando escribió regularmente a sus padres y a través de los encabezamientos de las cartas podemos seguir su periplo.

    Al salir de Meheri Zebbeus, lo mandaron a trabajar a Kasserine, un erial donde tuvieron que sacar adelante una huerta, por un plato de comida. Se rebeló, protestó y lo mandaron a un campo de castigo en el desierto de Gabès, la 7º Compañía de Trabajadores Españoles. 

Carta mandada desde el campo de castigo de Gabès mandada por Armando


    Cuando Francia firmó el Armisticio en septiembre de 1940 los mandaron -eran casi 300 marinos- a Argelia, a Khenchela.  Es una región montañosa y boscosa, en las montañas del Aurés, al noreste del país. Hay agua en abundancia y unos paisajes impresionantes. Aquí los pusieron a construir una carretera a través del bosque, cortando árboles y levantando puentes de piedra que deben acarrear ellos mismos a cuestas. 


    Llegaron en verano y les pareció magnífico después de tanta arena, sed y calor en el desierto. Pero también es una zona con muchas charcas y agua estancada lo que la hace una región insalubre. Apareció la disentería y el paludismo. Casi todos estuvieron enfermos con fiebres de 40oC. Cuando llegó el invierno la nieve lo cubrió todo. 

Los marinos en el campo de castigo de Khenchela.

    Llegó un momento en que ya no les trajeron víveres. No quisieron volver al tajo y entonces subió la Legión. Los “cabecillas” fueron mandados a campos de (más) castigo en Argelia. Es posiblemente lo que le ocurrió a Armando porque su siguiente carta es de septiembre de 1942 desde Colomb Béchar, trabajando en el Transahariano. Al año siguiente, el 19 de febrero de 1943, está en las minas de Kenadza con sus compañeros marinos pues allí fue donde los llevaron después de las montañas del Aurès. Los aliados ya habían desembarcado en Argelia, pero los refugiados españoles tuvieron que plantarse y negociar su libertad que no obtuvieron hasta julio de 1943. Pensamos que entonces Armando se embarcó en algún mercante porque su familia sabe que pasó por Gibraltar, por Italia y que, en 1954, estaba en Venezuela. Recibieron una carta y una foto por medio de una vecina que estaba en Caracas. Esta vecina les dijo que no estaba bien de salud, que lloraba cuando hablaba de su familia. Después silencio y vacío.

Última foto desde Caracas en 1954


    Hemos dicho que Armando escribía regularmente y sabemos cuál fue el periplo tan duro que vivió por el lugar que indicaba en el encabezamiento de las cartas porque él, casi en ninguna carta cuenta lo que está viviendo. Carta tras carta repite que “está bien”, que “no padezcan por él”, que “pronto se podrán reunir todos juntos y darse un abrazo”. A veces alude al calor y poco más. Pregunta siempre por su abuela y sus hermanos. El mayor había muerto en el frente de batalla durante la guerra, otro estuvo luchando con el batallón Pablo Iglesias y luego en el batallón de Infantería de Marina con sede en Santoña, una hermana falleció de tuberculosis en plena posguerra y el último se enroló al terminar la guerra con los franceses y desapareció en Indochina. 
    
    Ataúlfo, su sobrino, que es quien me ha contado el periplo de Armando y su familia, me dice: “mis abuelos era gente muy dura”. A fuerza de golpes.