sábado, 23 de mayo de 2020

CASTRO IZAGUIRRE Y LA ODIDEA DEL "JOSÉ LUIS DÍEZ"




Al terminar la guerra de España, Juan Antonio Castro Izaguirre se encontraba de vacaciones en San Juan de Luz, en casa de unos familiares. Puede parecer insólito, pero tiene una explicación lógica. Negrín, en persona, le había concedido un mes de vacaciones (1). Este «hombre joven, navegante experto y marino valiente» (2) había sido el artífice, junto a su tripulación, de lo que se llamó «la odisea del José Luis Díez». Es necesario conocer esta hazaña para saber la calidad de las personas que perdió la Armada española y… ganó la Marina francesa, en este caso.

Juan Antonio Castro había sido nombrado comandante del destructor José Luis Díez en octubre de 1937 y mandado a Le Havre, en Francia, para recogerlo. El buque estaba en reparación después de haber sido abandonado en pésimo estado en Falmouth, Inglaterra, por los mandos, simpatizantes de los sublevados, que desertaron. Juan Antonio Castro tenía orden de conducirlo a Cartagena, franqueando el estrecho de Gibraltar tomado por los franquistas.

Juan Antonio Castro Izaguirre


La empresa es difícil porque el primer puerto republicano accesible después de Gibraltar es Almería. El buque sale del puerto francés el 20 de agosto de 1938, con tripulación de marinos voluntarios, de confianza y buenos profesionales. De segundo comandante lleva al capitán de corbeta de la Reserva Naval Rafael Menchaca Ugalde. 

Rafel Menchaca Ugualde

Para pasar desapercibidos maquillan el barco como un destructor inglés. «Pinté en las amuras el número «L19», así como en la popa, dos bandas negras en las chimeneas, la bandera del control en los cañones 2 y 4. Camuflé el cañón de 76 mm hasta hacerlo parecer un cañón de 120 mm. Izé la bandera de comodoro y un gran pabellón inglés en la popa» (3).

El JLDíez "disfrazado" de inglés

La noche del 26 de agosto el José Luis Díez, disfrazado de inglés, llega hasta la boca del estrecho. No hay luna, pero la atmósfera es clara. La mar está en calma. El José Luis Díez se desliza, con las luces apagadas, por delante de Tánger. Un proyector, desde Tarifa, barre la mar, pero pasa por encima del barco y no lo detecta. Se aproxima a Ceuta sin ser descubierto. Toda la dotación está en su puesto de combate, silenciosa y tensa. 

De pronto, en medio de la noche, aparece un trasatlántico italiano que pasa junto a ellos, con todas las luces encendidas y tocando música, ignorante de que, en unos instantes, se entablaría un combate naval. En ese momento, del puesto de Dirección de Tiro avisan «sombras por la parte de babor». Son los buques franquistas Canarias, Cervera, Navarra, Ceuta, Melilla y Huesca (4), una verdadera concentración de barcos que esperan al Díez. Descubierto, las baterías del Ceuta empiezan a lanzar proyectiles iluminantes. «Estábamos en medio de un diluvio de proyectiles tirados por todos los buques que nos cercaban. […] Los macarrones de pólvora volaban en todas direcciones, las drizas del palo y parte del puente se habían incendiado» (5).

El Díez sigue adelante, avante todo, pues su única salvación es la velocidad, hasta que un proyectil del Canarias le alcanza por babor abriendo un boquete, justo en la línea de flotación. Con todo, Juan Antonio Castro manda meter a estribor hacia el puerto de Gibraltar y consigue atracar en el muelle del Almirantazgo, con el buque hecho un colador, pero a salvo.

El boquete que le hicieron al JLDíez

En Gibraltar, el gobernador, lord Gort, «que cazaba la zorra con los aristócratas de La Línea y alrededores» (6), se niega a recibir al comandante del barco. El Almirantazgo inglés da órdenes de que nadie baje del barco (7). 

Cuando pudieron bajar, así de chulos se vistieron para demostrarles a los ingleses que no eran unos desarrapados. En medio el marinero radioletegrafista Enrique Font y dos compañeros más. Se hicieron una foto para recordarlo.


Por otro lado, informa de que el arsenal no puede reparar el barco. Para terminar con esta cadena de «facilidades», el Gobierno inglés da un plazo para salir del puerto, si no, se incautará del buque. Como sólo pueden contar con sus propios medios, mandan de Cartagena al ingeniero Carlos Lago Couceiro para, al menos, poner el buque en estado de marcha (8).

El segundo plazo arrancado al Gobierno inglés se cumple el 30 de diciembre 1938. El José Luis Díez tiene que salir antes de ese día, como sea, para intentar llegar hasta Almería. Alrededor de Gibraltar cuatro minadores franquistas hacen pacientemente guardia. El Canarias también ronda. Después de toda una serie de triquiñuelas para intentar despistar sobre sus intenciones, a la 1 de la madrugada del 31 de diciembre de 1938, el Díez enfila por la bocana sur, avante a toda máquina, pasando entre el rompeolas y la boya. Desde el club de regatas de Gibraltar, los espías franquistas tiran bengalas para avisar a los barcos de fuera. En esta segunda salida, otra vez, la única arma del Díez es la velocidad. Es tal que, al virar a babor al final del espigón, el fogonero Justo Artiach Tellería que viene del pañol con una llave inglesa en la mano es lanzado a la mar (9).
Justo Artiach Tellería, herido en el primer intento

El destructor se dirige hacia Punta Europa, pegadito a la costa para evitar el fuego de las baterías de costa. Consigue sobrepasar al cañonero Calvo Sotelo y al Júpiter. Pero el minador Vulcano intenta cortar el paso al Díez para obligarle a salir hacia la mar. El Díez abre fuego con todas sus piezas, maniobrando para pasar. Pero no se puede evitar el abordaje y los dos barcos quedan abarloados. El Díez continúa haciendo fuego. Destaca por su valentía Florentino Totorica Mayo ametrallando a bocajarro el puente del minador, bajo la luz de las bengalas.

Florentino Totorica Mayo

El Díez prosigue hasta que le alcanzan dos proyectiles de 88. Uno destroza la ametralladora antiaérea del centro, matando a todos sus sirvientes y el otro entra en la cámara de máquinas cortando cinco tuberías de vapor. Al quedar las turbinas sin vapor, sólo les queda velocidad para cinco minutos. Antes que quedar a merced de los sublevados, Juan Antonio Castro Izaguirre vara el buque en la playa de los Catalanes, territorio de Gibraltar.
Ahí termina su andadura, pero no fue «ni capturado ni hundido» (10).

El JLDíez embarrancado

Tienen que dejar el buque en Gibraltar (11). Toda la tripulación, oficiales incluidos, son encerrados en una cárcel militar, «durmiendo en el suelo, como si fuésemos piratas del mar» (12). Quince días después, dos destructores ingleses los llevan hasta Almería y desde allí, en autobuses, vuelven a Cartagena, «en donde después de un caluroso recibimiento fueron embarcados en distintos barcos de la flota republicana para continuar el combate» (13). El comandante Juan Antonio Castro Izaguirre es propuesto para la laureada de Madrid (14), condecoración que no recibirá por terminar la guerra antes. 

La mayoría de la tripulación saldrá con la flota el 5 de marzo de 1939. Algunos salen por la frontera de Pirineos, como el oficial José Luis Fernández Albert , y después de muchas vicisitudes se convierten en puntales del maquis en Francia. 

José Luis Fernández Albert 

Otros no pueden, como el oficial primero torpedista Marcelino Solana Crevillén, uno de los mejores torpedistas de la Armada. Será fusilado en la madrugada del 6 de noviembre de 1939 en el arsenal de Cartagena (15).


Marcelino Solana Crevillén

En junio de 1940, en el momento de la derrota de Francia, Juan Antonio Castro Izaguirre y el ingeniero Carlos Lago Cruceiro se encuentran en Francia. Apenas 10 días después de la firma del armisticio, el 26 de junio, consiguen salir de Francia «en un palangrero bretón, que fletó un diputado del pnv y en el que iba además un dirigente del movimiento independentista vasco Jagi-Jagi, Ángel Agirretxe, el jefe de la Marina auxiliar de Guerra de Euzkadi, Joaquín de Eguía y varios más. Se dirigieron a Irlanda, donde les acogió otro dirigente del Jagi-Jagi llegado a Irlanda años atrás, que era Eli Gallastegi (16)». 
Desde allí pasan a Inglaterra y varios del grupo solicitan su ingreso en las Fuerzas Navales Francesas Libres. Juan Antonio Castro Izaguirre se incorpora en la Marina de De Gaulle el 25 de septiembre de 1940 en Londres. El 1 de enero 1941, Juan Antonio Castro embarca en el Triomphant como teniente de navío.

Juan Antonio Castro con el uniforme francés y la cruz de Lorena,
símbolo de la Francia Libre

En julio, el Triomphant zarpa hacia el Pacífico donde navegará bajo la cruz de Lorena, símbolo de la Francia libre. Año y medio después Juan Antonio Castro es ascendido a capitán de corbeta. 

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, seguirá la carrera de marino en la Marina nacional francesa (17)


Victoria Fernández Díaz. (2009). El exilio de los marinos republicanos, Valencia: PUV, pp.128-133


NOTAS
1. Dice Juan Antonio Castro Izaguirre en memorias (archivo privado) sobre esos últimos días: «Vi a Negrín, al que di cuenta de todos los incidentes ocurridos y cuando me dijo que tenía un mes de permiso le pedí pasarlo en San Juan de Luz, cosa que me acordó. El jefe de Estado Mayor me dijo que me marchara, que no tenía necesidad de mí por el momento pues se proponía darme el mando de la flotilla de lanchas torpederas que se construían en Francia y que aún no estaban terminadas. Así cogí el avión el 20 para Marsella; desde el campo se oía el tiro de la artillería, siendo ametrallados por la caza antes de salir. Llegué a Marsella con un traje de paisano demasiado estrecho y que además era de verano. Compré una gabardina para combatir el frío y en el tren me fui a San Juan de Luz. Creo que fue aquel mismo día cuando cayó Barcelona».
2. La Vanguardia, 31 de agosto de 1938.
3. Juan Antonio Castro Izaguirre, memorias.
4. Estos son los barcos nombrados por José Luis Alcofar Nassaes en Historia y Vida, marzo 1979, n.º 132. Juan Antonio Castro, en sus memorias, identifica el Canarias y luego sólo designa como «destructor n.º 1» y «destructor n.º 2», etcétera a los buques con los que establece fuego cruzado, ignorando su nombre.
5. José Lago Prieto, texto memorias inédito. Era telemetrista en el destructor José Luis Díez.
6. Juan Antonio Castro Izaguirre, Memorias. 
7. Indudablemente, para la elitista Marina inglesa éstos no eran más que «una chusma de asesinos amotinados». No cabe duda de que sus simpatías iban hacia los marinos sublevados, «oficiales capaces, con un concepto de la buena educación –puntillosos, correctos y algo altivos– que correspondía muy bien con el tipo de marino inglés de la época». Michael Alpert, La Guerra Civil en el mar, p. 244, citando y comentando a J. Cable, The Royal Navy and the siege of Bilbao, Cambridge, 1979, p. 35.
8. A Gibraltar acudió también Fernando Navarro Capdevila, agregado naval en Londres y Francia para acordar las reparaciones y los plazos que concedió el gobernador para salir de Gibraltar. El material y la mano de obra se trajeron de Orán ya que Gibraltar tampoco «pudo» proporcionar nada.
9. Tocó el fondo y salió a la superficie sin soltar la llave inglesa. Fue recogido por un barco inglés
10. Artículo en La Vanguardia, de 31 de agosto de 1938, refiriéndose al primer combate. El segundo tuvo el mismo resultado. En el combate de agosto murieron siete marinos: el cabo de Artillería Serafín Ambona Veiges, el marinero Eliseo Beral Martí, el marinero Francisco Llambrich Garridó, el fogonero preferente Joaquín Lorca Martínez, el marinero de 2.ª, Salvador Pascual Almerich, el marinero Arturo Riobó Iglesias y el marinero Augusto Rodríguez Madesa. En el último combate fallecen cinco marinos: el marinero de 2.ª Joaquín Andréu Aymerich, el marinero de 1.ª Ángel Arruti Calonge, el auxiliar alumno naval Agustín Doce Santiago, el cabo de marinería Eugenio Vanger Peribánez, el marinero artillero Juan Vázquez Rodríguez
11. Este buque fue entregado por los ingleses 25 días después, antes de acabar oficialmente la guerra, a la armada sublevada.
12. Enrique Font, cabo radiografista en el José Luis Díez en ese viaje. Conversación, 14 de marzo de 2005.
13. José Lago Prieto, memorias, (archivo privado). cuenta que a todos, uno por uno y por separado, se les preguntó si querían ser llevados a la España de Franco pero todos pidieron la España republicana, «al final de la lista llamaron a Cachonda. Como es natural todos nos echamos a reír, pues se trataba de la perra que figuraba (para los ingleses) como tripulante del Díez».
14. Carta de Luis Gómez de Ubieta a David Gasca desde París en abril de 1939 (archivo privado).
15. Uno de los motivos por el que fue condenado a muerte fue el rechazo a ser llevado a la España franquista desde Gibraltar, el otro motivo fue su «adhesión a la rebelión» [sic]. Conversación con su hijo Perfecto Solana, marzo de 2008.
16. Juan Pardo San Gil, entrevista a Juan Antonio Castro Izaguirre. Correo electrónico del 25 de noviembre de 2007.
17. Tuvo que adquirir la nacionalidad francesa. Durante su larga carrera en la Marina francesa será comandante del petrolero Elorn, del aviso Commandant Robert Giraud y de la Unidad de Marina de Orán. Ostentará las jefaturas de la base naval de Sidi-Abdallah en Argelia y la de Cherburgo, en Francia. Más tarde estará en misión en el Servicio de Meteorología Nacional. Se jubilará como capitán de navío y oficial de la Legión de Honor francesa. La información sobre Juan Castro Izaguire proviene de los Annuaires des officiers d’active et Historique des FNFL (tomo III) y del Service Historique de la Marine (1999). Información proporcionada por Serge Le Coustour, correo electrónico del 12 de septiembre de 2006. No pudo llegar a almirante por su origen español. Juan Antonio Castro Izaguirre falleció en Biarritz el 20 de junio de 1994.









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