Archivo de la familia de José García López.
“Mis hermanos me hablaban de mi padre, pero
yo tenía tres años cuando marchó y no me acordaba de él. Aquello me atormentaba
mucho”, recuerda Mª Luisa González Collado. Su padre era el maestro
zapatero del Libertad. Había
embarcado en ese buque en 1928, cuando aún
se llamaba Príncipe Alfonso.
José
González López había nacido en Villajuan de Arosa, de la provincia de Pontevedra,
el 5 de febrero de 1903. Pero muy pronto la familia se fue a vivir a
Vigo hasta que en 1925 se casó en Ferrol con Manuela Collado López.
Archivo de la familia de José García López.
Con gorra de plato, entusiasmado, en una pelea
de boxeo en el Libertad.
Archivo de la familia de José García López.
Corriendo detrás del campeón de la milla española, cuando llega a la meta, en Santander el 26 de
marzo de 1933. También era futbolista
cuando éste era un deporte incipiente.
Tras los tres años de guerra, salió de Cartagena con
la Flota el 5 de marzo de 1939, dejando en Ferrol a su mujer con cuatro hijos. Llegó
a Bizerta, en Túnez, y al cabo de unos días, los mandaron a 300 km al sur, encerrados
en vagones para caballos. “En las
estaciones sacaban las manos por las rendijas y los policías les pegaban en las
manos con palos. Les pegaban…”. También contaba su padre que hubo gente que
les tiraba papeles con su dirección para que tuvieran a alguien a quien
escribir y para mandarles ayuda o paquetes. José González estuvo 9 meses
recluido en el campo de concentración de Meheri-Zebbeus, pasando calamidades.
Pero para hacerse las fotos que mandaba a la familia por medio de la Cruz Roja,
estaba hecho un pincel.
José González López en el campo de Meheri-Zebbeus (Archivo de la familia de José García López).
Salió del campo para trabajar en el Arsenal de
Ferryville. Empezó a hacer los trámites para reclamar a su familia. Pero con la
II Guerra Mundial, la rendición de Francia y la invasión de Túnez por los
alemanes e italianos, todo se quedó en nada.
José González, con su oficio, se ganaba la vida.
Para ayudar a su familia, “mi padre le
daba dinero a algún exiliado que lo necesitaba y su familia le daba la misma
cantidad a mi madre”.
Por fin, en 1947, la familia pudo reunirse con José.
El viaje “fue toda una odisea. Duró 11
días. Llegamos a Málaga con 9 horas de retraso y perdimos el barco hasta
Melilla. Tuvimos que esperar varios días hasta que llegó otro barco. En Oujda,
que era la frontera del Marruecos español con Argelia, mi padre había pagado al
revisor del wagon-lits. Llegamos a Constantine en tren. Después, hasta Túnez
capital. Allí fue mi padre a buscarnos. Era de noche”. Por fin, con 14
años, Mª Luisa pudo conocer a su padre.
Mª Luisa sigue recordando: “Mi padre tenía un comercio de marroquinería tunecina. Lo hacíamos todo
nosotros. Era todo en cuero y mi hermano decoraba la piel con motivos árabes.
Era un trabajo duro, pero vivíamos”.
Cuando en 1957 Túnez proclamó su independencia, la
vida se hizo más difícil. Al irse los franceses, ya no había ventas. La familia
volvió a España un mes, de prueba. Nadie les molestó así que pensaron rehacer
su vida aquí. Pero José tenía 55 años y fue difícil. En los años 60 se ganó la
vida haciendo de traductor para los barcos boniteros o langosteros que venían
de Bretaña o el País Vasco. Acompañaba a los tripulantes al médico cuando lo
necesitaban, les llevaba a hacerse fotos o a comprar víveres. Cuando llegó la
democracia, hizo los trámites para reclamar una jubilación de Marina. Pero
siempre le vino rechazada: no había sido marino y nunca había tenido contrato,
sólo un acuerdo verbal. Era lo que llamaban en la jerga de la época “criado
particular”. Los hijos ayudaron a sus padres en su vejez. José García López murió
a los 84 años en su tierra con la pena de no haber podido disfrutar de una
jubilación después de 11 años de servicios en el Libertad.
Las fotos son del Archivo de la familia de José
García López. Agradezco a Mª Luisa García Collado el haberlas facilitado con su testimonio y su cariño.
Merci Victoria pour ces precieuses informations
ResponderEliminar