miércoles, 10 de julio de 2019

DEL MAR A LOS ANDES: EL EXILIO A CHILE DE LOS MARINOS DE LA ARMADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA

El Winnipeg



Victoria Fernández Díaz (Universidad de Valencia)

Actas del XIV Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea. 20-22 septiembre 2018. Comunicación publicada el 09/07/2019 en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (Universidad de Alicante).


Cuando, al final de la guerra de España, miles de exiliados republicanos abarrotaban los campos de concentración en Francia y el Norte de África, Chile fue uno de los países que abrió sus puertas para sacarlos del infierno. La mayoría de los marinos de la Armada que durante la guerra sirvieron la República marcharon al exilio con la flota el 5 de marzo de 1939, recalando en la ciudad de Bizerta, en Túnez. Todos fueron recluidos en el campo de concentración de Meheri Zebbeus, al borde del desierto, totalmente aislados. Debido a una conjunción de circunstancias políticas y solidarias, un grupo de 24 marinos fue rescatado de ese infierno para embarcar en el «Winnipeg» y ser acogido por Chile. También unos pocos salieron de los campos de Francia o Argelia y, por fin, otros llegaron a Chile por sus propios medios a lo largo de las décadas de los 40’ e incluso 50’. En total, al menos, 33 marinos de la Armada republicana llegaron hasta Chile.

Nuestro propósito ha sido reconstruir las vicisitudes y memoria este pequeño colectivo constatando a la vez en qué sus recorridos convergen o se alejan de otros grupos de exilados. Para este trabajo, hemos analizado fuentes primarias, así como secundarias, algunas inéditas. Hemos partido de la documentación del Centre des Archives Diplomatiques de Nantes (CADN), que recoge los documentos intercambiados entre los estamentos militares o policiales y la administración de la Regencia francesa en Túnez. Esto nos ha permitido hacer un seguimiento de las circunstancias administrativas que sufrieron las peticiones para que una treintena de marinos internados en el campo de concentración de Meheri Zebbeus fueran pasaportados a la Metrópolis para embarcar en el «Winnipeg» hacia Chile. Ha sido también de interés la consulta de documentación de otros archivos para recabar información sobre los marinos seleccionados, entre los que destacan el Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), el Archivo de la JARE, ubicado en el Archivo General de la Administración (AGA), el Archivo Naval de Cartagena (ANC) y el Archivo General de la Marina «Álvaro de Bazán» (AGMAB). Esta documentación ha sido contrastada con documentos inéditos, como la Relación elaborada por uno de los representantes oficiosos de los refugiados en Túnez ante el ACNUR, conversaciones o correos intercambiados con familiares o biógrafos, así como material hemerográfico y la bibliografía de referencia sobre el tema.



Pablo Neruda

Chile, país de acogida 

En 1937 se había formado en el país andino un Frente Popular que dio finalmente la presidencia de la República a Pedro Aguirre Cerdá en octubre de 1938 y este contexto político favoreció la voluntad de acoger a los exiliados republicanos. Este objetivo, como es bien sabido, tuvo un valedor fundamental, el poeta Pablo Neruda con su mítico buque “Winnipeg”. Un poco antes y posteriormente a la llegada del llamado «barco de la esperanza», refugiados españoles siguieron entrando en Chile a través de líneas navieras regulares o a través de Argentina, pero en número menor.

En el “Winnipeg” llegaron al menos veintiocho marinos de la Armada. La mayoría lo hizo desde Túnez. En el 39, década de los 40 e incluso en los primeros años de los 50, arribaron 5 marinos más. En total, hubo como mínimo 33 marinos de la Armada exiliados a Chile.

Pablo Neruda había estado en España desde 1934 hasta mediados de 1936 como cónsul en Barcelona y Madrid. Según confesión propia, lo que vivió en aquel período en España le hizo cambiar para siempre: «El contacto de España me había fortalecido y madurado» (1977, p. 196). Cuando regresó a Chile, a finales de 1937, su principal objetivo fue apoyar a la España republicana. Fundó la Alianza de Intelectuales de Chile y articuló una importante campaña de solidaridad con el pueblo español a nivel nacional que, terminada la guerra de España, se plasmó en el Comité Chileno de Ayuda a los Refugiados Españoles (CChARE).

Al final de la guerra, Pablo Neruda obtuvo el apoyo del nuevo presidente de Chile, para acoger a los exiliados republicanos. Según testimonio de Volodoa Teiltelboing, miembro de la comisión que se entrevistó con el presidente para organizar la llegada de los españoles, éste pidió «pescadores, gente que trabaje con las manos. Y también profesores - no digo guerreros-. Habrá trabajo para todos» (Gálvez, 2014, p. 53). Con esta consigna, Neruda, nombrado Cónsul Delegado para la Inmigración Española, marchó a Francia a «recoger caídos», o sea a poner en pie una operación que se plasmaría con la llegada del Winnipeg cargado con más de 2.000 exiliados. Lo cierto es que «Neruda parió el proyecto» (Gálvez, 2008, p. 90) y que fue su impulsor intelectual y material.

Esta empresa solidaria suscitó la fuerte oposición de la derecha chilena que contaba con importantes medios de comunicación a su alcance. Esta cuestión estuvo a punto de provocar una crisis de gobierno, dividió la sociedad chilena y casi hizo zozobrar el proyecto. La derecha y parte de los socios del Frente Popular (Lemus, 2009) exigieron reducir el número de refugiados a 1.400 y excluir a los intelectuales, profesionales y militantes políticos. Incluso el régimen franquista ejerció presiones sobre el gobierno chileno sobre quienes podían o no participar en esta expedición (Lemus, 2007). 

Debido fundamentalmente al empecinamiento de Pablo Neruda, no se cumplieron estrictamente las limitaciones que le quisieron imponer en cuanto a quienes y a cuántos podían embarcar. Por un lado, el “Winnipeg” sobrepasó holgadamente el cupo deseado, aunque «la derecha consiguió detener el flujo de emigrantes» (Caudet, 2005, p. 105), ya que no hubo más expediciones colectivas posteriormente y, por otro lado, aunque de forma limitada, subieron en el «barco de la esperanza» suficientes intelectuales, artistas y profesionales como para dejar una benéfica impronta en Chile.


Ruta del Winnipeg (Jaime Ferrer Mir, 1989)

El Winnipeg

La selección de los pasajeros del Winnipeg fue encargada al SERE (Servicio de Emigración de Refugiados Españoles), organismo que ayudó a los refugiados españoles y en el que estaban representados todos los partidos, otorgándose un porcentaje a cada uno. Neruda se reservó la selección de 100 pasajeros que escogió según sus propios criterios. Algunos acusan a Neruda de haber favorecido a los comunistas y haber vetado a los anarquistas. Julio Gálvez aporta varios testimonios que desmienten estos criterios y proporciona datos sobre los «muchos anarquistas que no tuvieron problemas en ser seleccionados» (2014, p. 85-89). Entre los marinos que llegaron en el Winnipeg, conocemos la opción política que ellos mismos declararon en el momento de embarcar y que refleja la lista proporcionada por Javier Rubio (1977, p. 1062 y ss.). De los 28 marinos del “Winnipeg”, sólo 7 declaran no militar en algún partido o sindicato. Uno pertenece al PSOE (el marinero Jesús Rico Domínguez), dos al PCE (los cabos de artillería José Roca Segarra y Antonio Soto Herrera) y uno a la CNT (el marinero Vicente Pita Armada). Cuatro marinos se declaran miembros de sindicatos (son el marinero de reemplazo Manuel Allegue García, el oficial de la Reserva Naval Francisco Álvarez Suarez y los cabos Eduardo Otero Ruiz y Antonio Soto Herrero. Su afiliación a un sindicado corresponde a su vida civil ya que en la Armada no estaban, evidentemente, sindicados.). Viendo el número de no afiliados, veintiuno, está claro que no era necesario estar inscrito a ningún partido para subir al “Winnipeg”. Además, observamos que había un cenetista que se declara oficialmente como tal.

En cuanto a las profesiones que tanta importancia tenían para las autoridades chilenas, se dice que la emigración republicana a Chile fue «la más proletaria de toda América» (Llorens, 1978, p. 160). Esto se refleja también en los marinos. Conocemos su categoría dentro de la Armada al empezar la guerra y a partir de ahí, también podemos deducir su origen social. En el grupo del “Winnipeg” hay 13 marineros, 8 cabos, 1 buzo, 2 auxiliares, 3 maquinistas y un patrón de cabotaje que era de la Reserva Naval. Las categorías más básicas dentro de la Armada (marineros, cabos y buzos), conforman el 78% del colectivo que provienen de categoría sociales modestas. En este aspecto, el grupo de marinos cumple con el perfil proletario de los pasajeros del “Winnipeg”.

Por lo que refiere a los orígenes territoriales de los exiliados a Chile en el “Winnipeg”, en general predominaron vascos y catalanes (Buildain, 1992, p. 259), cosa que también preferían las autoridades chilenas (Rubio, 1977, p. 182) ya que parecen orígenes con solvencia profesional y moral. En cambio, sobre 18 marinos de los que conocemos el lugar de origen, 16 eran gallegos. En este grupo, los gallegos eran mayoría. En cuanto a la cifra total de gallegos en el “Winnipeg”, Xosé M. Núñez Seixas considera que llegaron como mínimo 45 (2001, p. 37). Por lo que se refiere a las demás procedencias territoriales, había un vasco (el maquinista Enrique Méndez García), un andaluz (el artillero Antonio Soto Herrero) y un albaceteño (el buzo Pascual Iniesta Martínez) que vivía desde los tres años en Cartagena, lo que explicaría su vocación marinera.

Fue voluntad de Neruda que los pasajeros fueran seleccionados de entre todos los campos de concentración. Con respecto a los marinos, esta premisa se cumplió. Ésta fue la única expedición a América que incluyó un número tan importante de refugiados del campo tunecino de Meheri Zebbeus, lejano y olvidado: 24 salieron directamente de éste. Por otra parte, en Francia, al menos 3 marinos abandonaron los campos de concentración de Argelès-sur-Mer y de Le Barcarès.


Lista de los marinos de Meheri Zebbeus, Túnez, seleccionados para marchar a Chile (CADN 2MI-563)


Los seleccionados fueron convocados mediante una carta del SERE que les indicaba el lugar de embarco y daba los días 29, 30 y 31 de julio como fechas de reunión. Además de esta cita personal, hubo un requerimiento para los jefes militares de los campos de concentración donde estuvieran internados los refugiados. En Túnez, el Ministerio del Interior francés informó en julio de 1939 a las autoridades francesas de la Residencia que 30 refugiados españoles eran autorizados a ser acogidos en Chile (6). En la lista, tres personas son tachadas a lápiz y se indica que están en Kasserine. Este campo de trabajo tenía por finalidad sacar adelante una huerta sobre un terreno baldío. ¿Son eliminados porque en esos momentos están trabajando sin paga para las autoridades francesas? 

Por fin, los refugiados marcharán de Túnez a bordo del buque “Gouverneur Général Grévy” hacia Marsella el 29 de julio por la noche (7). Uno de ellos tendrá que salir del país en hidroavión directamente hacia Burdeos (8). Los exiliados de Túnez salieron con el tiempo justo y los días contados.

El auxiliar alumno de artillería Gerardo Rico López 

Otro de los requisitos en los que insisten los testigos es que hubo voluntad de reunir a las familias dispersas en los distintos campos de concentración. Esto también se cumplió con algunos marinos. El cabo de artillería Gerardo Rico López, desde Túnez, se reencontró en los muelles de embarque con su hermano Fernando Rico López, cabo de marinería, que estaba en el campo de concentración de Le Barcarès, en Francia.

Lo mismo ocurrió con José Otero Cacabelos que era cabo torpedista-electricista en el Libertad al empezar la contienda. Sus hermanos, Antonio y Manuel, con dos sobrinos, habían huido en el barco de pesca de altura “O Novo Emden” en agosto de 1937. Después de largos avatares, José y Manuel se reencontraron con sus sobrinos en Burdeos y consiguieron embarcar en el “Winnipeg”. Los cuatro vivieron en Chile toda su vida (9).

El marinero Vicente Pita Armada

Los tres hermanos Pita Armada, José, Manuel y Vicente, también consiguieron reunirse y marchar juntos a Chile. Impulsores del Sindicato de la Industria Pesquera de la CNT de la zona de Cariño, habían huido al caer Galicia, en julio de 1936, en el bonitero “Arkale” hasta Bilbao. Los otros tres hermanos que se quedaron en España fueron fusilados. Los fugitivos, lucharon primero en el frente norte, terminando en Francia tras la derrota. Retornaron a la España republicana por Barcelona y Vicente, el más joven, se incorporó a filas como marinero en el crucero “Jaime I”. Sus hermanos, José y Manuel, marcharon a Almería y Adra donde crearon industrias conserveras colectivizadas con los pescadores de la zona. Al final de la guerra, Vicente Pita Armada salió con la flota hacia Bizerta. Sus hermanos salieron de Adra en el “Quitapenas” para recalar en Orán y fueron recluidos en el campo de Boghari. Los tres volvieron a reencontrarse en el “Winnipeg” para emprender otra vida en Chile (10). 

El SERE y la FOARE (Federación de Organizaciones de Ayuda a la República Española) argentina fueron los organismos que financiaron principalmente la expedición del Winnipeg. Pero no fueron los únicos colaboradores. Neruda contó también con la ayuda económica de los cuáqueros (Carcedo, 2006), los masones, aunque fue una ayuda de carácter más bien individual (Lemus, 2007, p. 254) y, desde Chile, colaboraron la Alianza de Intelectuales Chilenos y el CChARE, que organizó la instalación de los refugiados.

La FOARE fue un potente organismo creado en Argentina en 1937 que estaba formado por numerosísimos organismos a lo largo y ancho del país y cuya ayuda a la España republicana fue importante y valiosísima, a pesar de la censura y oposición que tenían que vivir en su país. Basta recordar que hasta mayo de 1939 había recaudado 70 millones de francos y que financió casi la mitad del pasaje del Winnipeg y parte de sus gastos de mantenimiento durante los seis primeros meses de su estancia en Chile, mientras no encontrasen trabajo (Gálvez, 2014, pp. 77-79).

El gobierno chileno consintió en recibir a los refugiados españoles a condición de que no supusieran ningún gravamen económico. Aún el 27 de julio, con el buque ya listo, fue prohibido el embarque si no se recibían los fondos para el mantenimiento de los exiliados. El dinero fue depositado en Chile y el embarque se pudo completar (Lemus, 2009, p. 125).

Por otra parte, como pasó en otras expediciones, si el propio pasajero podía pagar su billete era indudablemente más fácil subir al “Winnipeg”. Algunos pudieron hacerlo por sus propios medios o con la ayuda de familiares emigrados. Este es el caso de los tres hermanos Pita Armada que pudieron recurrir a un vecino y un cuñado que habían emigrado a Argentina y que les hicieron llegar el dinero para el viaje (Puentes, 2013, p. 194). En Túnez, donde estaban recluidos la mayoría de los marinos del “Winnipeg”, las autoridades de la Regencia avisaron al comandante de la Compañía de Túnez que los elegidos serían llevados al puerto de embarque «après […] vous être assuré qu’ils sont en possession des fonds nécessaires pour le voyage» (11).

El número exacto de pasajeros es realmente una incógnita aún hoy en día. Pablo Neruda mandó al Ministerio de Relaciones Exteriores un informe sobre su gestión y una estadística por profesiones y edades que arroja una cifra de 2004 refugiados. El médico de a bordo contó entre 2270 a 2500 (Lemus, 2007, p. 255). Javier Rubio aportó una lista de pasajeros de 2.200 (1977, pp. 1063-1113). Años más tarde, Jaime Ferrer Mir (1989) publicó Los españoles del Winnipeg y proporcionó una lista con 2.201 personas. Posteriormente Julio Gálvez pulió y completó esa lista, junto con Jaime Ferrer, que remite a más de 2.300 personas e, igual que Jaime Ferrer, piensa que «es también con toda seguridad, incompleta» (Gálvez, 2014, p. 116). No sólo es incompleta, sino que también sobran personas. Es decir que no todos los que figuran en estos listados se fueron realmente a Chile. Tenemos un ejemplo con la inclusión del comandante de la lancha torpedera nº31, Vicente Criado Gabeiras. Salió de Rosas el 10 de febrero de 1939 y terminó internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Aunque fue probablemente seleccionado para marchar en el “Winnipeg”, lo que explica que figure en las listas de Javier Rubio y Jaime Ferrer, sabemos que fue enrolado en una Compañía de Trabajadores Extranjeros y mandado al norte de Francia donde cayó en manos de los alemanes el 4 de junio 1940, cerca de Dunkerque. Fue internado en el Stalag XVII B Krems-Gneixendorf hasta ser enviado a Mauthausen en diciembre de 1941 de donde salió vivo en mayo de 1945 (12). Tenemos otro ejemplo con Eliseo Fernández Fidalgo, marinero fogonero de 22 años que figura también en las listas de Ferrer y de Rubio. En cambio, se quedó en Túnez y volvió a España en 1944, muy enfermo, donde falleció poco después (13).

El “Winnipeg” llegó ante Valparaíso el 2 de septiembre al anochecer y durante toda la noche, la mayoría de los asilados esperaron el amanecer en la cubierta, expectantes y maravillados ante el espectáculo de las farolas de la bahía y de sus calles empinadas. Al desembarcar, tuvieron un recibimiento apoteósico y caluroso (Mancebo, 2003; Lemus, 2007; Gálvez, 2014), excepto el desconcierto que produjo la banderola «Vivan los coños republicanos», ignorantes de que en Chile esta palabra quiere decir «españoles», por la manía que tienen de utilizarla con frecuencia. (Lorenzo, 2008, p. 9).

Se sabe que en torno a 700 personas quedaron en Valparaíso (Estrada, 2009, p. 96) o sus alrededores como Limache y Quillota (Lorenzo, 2008, p. 8) y también se formaron grupos de pescadores que fueron a Iquique, Talcahuano o San Antonio (Gálvez, 2014, p. 38). Dos marinos al menos pasaron su vida y fallecieron en Valparaíso, el oficial naval Aurelio Cabezón Freire y el marinero Jesús Rico Domínguez (14). 

Al día siguiente de su llegada, los exiliados españoles salieron hacia Santiago en tren, siendo «vitoreados en las distintas estaciones donde se detenía el convoy (15)». La llegada a la estación de Mapocho fue «inenarrable» (Gálvez, 2014, p. 43). A su llegada a Santiago fueron recibidos y atendidos en particular por el CChARE (Ferrer, 1989, 157 y Norambuena, 2016, p. 149). Según un informe de la embajada española en Santiago, unos 15 exiliados se fueron a Temuco, al Sur, y 120 a Magallanes, el fin del mundo (Lorenzo, 2008). Allí hemos localizado al marinero del “Jaime I”, Manuel Álvarez López, en Valdivia, al sur de Chile, capital de la Región de Ríos, agricultor de oficio y que falleció allí en 1991 (16).


Otras llegadas

Los exiliados del “Winnipeg” no fueron los únicos que alcanzaron Chile. Anteriormente al barco «alado» llegaron pequeños grupos de exiliado en el “Reina del Pacífico”, el “Santa Lucía” y el “Órbita”. Posteriormente, otros exiliados llegaron, pasando primero por Argentina, donde arribaron a bordo de vapores como el “Formosa”, el “Groix”, el “Masilia” o el “Alsina” y cruzando luego la cordillera con el Ferrocarril Transandino. Este goteo continuó durante la década de los 40’ e incluso en los inicios de los 50’. Javier Rubio refiere que, entre 1947 y 1951, 776 españoles llegaron a Chile bajo el amparo de la Organización Internacional de los Refugiados (1977, p. 743). Encarnación Lemus, teniendo en cuenta todos los datos, considera que Chile acogió en total entre unos 3.200 y 3.500 exiliados (1998 y 2007), es decir que podemos pensar, descontando a los que desembarcaron del “Winnipeg”, que llegaron a Chile en torno a 1200 o 1500 refugiados españoles.

Entre estos exiliados, había, como mínimo, cinco marinos. El primero en llegar fue el teniente de Intendencia de la Armada, Fernando Jiménez de Cisneros Ponce, que alcanzó Chile a bordo del “Órbita”, el 15 de agosto de 1939, antes de la expedición del “Winnipeg” (Lemus, 2007, p. 261). Después del «barco de la esperanza», Mateo Abelló Roset, teniente coronel de ingenieros de la Armada, llegó a Chile a bordo del “Oropesa” en 1940, desde Liverpool (17). En torno a 1945 arribaron con sus familias José Delmas Blasco (18), oficial primero de artillería, y Francisco Vázquez Conlledo, Jefe de Negociado de Contabilidad de Marina, habilitado de comandante (19).


El Oficial del Cuerpo de Auxiliares Navales José Ramos Olivera (Portella, 2017, p.532)

No sabemos qué intereses les hizo elegir Chile, pero el itinerario de José Ramos Olivera, auxiliar naval de la Ayudantía Mayor de la Base Naval de Mahón, nos puede hacer comprender las motivaciones de estos re-exilios más tardíos. José Ramos Olivera había salido de Menorca a bordo del Devonshide, en febrero de 1939, rumbo a Marsella. Recluido en Argelès-sur-Mer, fue enrolado en una Compañía de Trabajadores y destinado a hacer carbón en los bosques del Puy-de-Dôme. Cuando los alemanes invadieron Francia, se lo quisieron llevar a trabajar a Alemania, escapó y tuvo que vivir escondido hasta el fin de la guerra. Terminada la II GM se estableció como carpintero en Francia y estudió por correspondencia construcción civil. Pero, por ser extranjero, no podía ejercer. Su mujer y su hijo no pudieron reunirse con él hasta 1948. Buscando mejor horizonte laboral, decidieron emigrar a Venezuela, donde tenían una prima. Pero no obtuvieron el visado. Ante las opciones que había en aquel momento, Australia, Canadá o Chile, optaron por este último país al ser de habla española. Para llegar allá, cogieron un barco italiano, el “Génova”, hasta Buenos Aires, anulando primero el viaje a bordo del “Provença” cuando se enteraron de que hacía escala en España. Finalmente entraron a Chile en 1951 con un avión turbo de hélice (Portella, 2017, p. 532).

Perfil de los marinos en Chile

Los marinos que encontraron refugio en Chile conforman dos grupos de características muy distintas: los 28 del “Winnipeg” y los 5 que llegaron fuera de la expedición colectiva. El primer grupo estaba formado por gente joven. La edad media en el momento del embarque es de 26 años, teniendo en cuenta que 13 no pasaban de los 25 y seis habían empezado la guerra a la edad de 18 o 19 años. En cambio, el perfil de los cinco marinos que llegan a Chile por sus propios medios es totalmente diferente. Son más mayores: su media de edad es de 42 años, 7 más que el grupo del “Winnipeg”. Ninguno tiene menos de 35 años. 

En cuanto a sus categorías dentro de la Armada ya hemos adelantado que el grupo del “Winnipeg” está formado en gran parte por las categorías básicas dentro de la Armada. A lo largo de la guerra fueron promovidos de categoría y algunos tuvieron destinos con cierta responsabilidad como comandantes de guardacostas o jefe de máquinas de un destructor, pero no se puede considerar que tuvieran vinculaciones con altas esferas de poder que favorecieran su inclusión en las listas de embarque de una expedición colectiva a América. En cambio, el segundo grupo llega a Chile con una carrera ya casi a sus espaldas. Sus categorías, dentro de la Armada, denotan una más larga y consolidada trayectoria profesional que el primer grupo. Por ejemplo, Mateo Abelló Roset, era del Cuerpo General ya que era alférez de navío en 1905 (D.O. 14/09/1905). Después de la I Guerra Mundial, se hizo ingeniero naval y siguió una brillante carrera como ingeniero siendo durante la guerra representante del Ministerio y Marina Mercante en el comité ejecutivo de la compañía Transatlántica. Otro ejemplo podría ser José Delmás Blasco, oficial 1º de artillería que, durante la guerra fue ayudante personal del subsecretario de Marina, Antonio Ruiz. Se puede deducir que este segundo grupo tuvo probablemente redes sociales o económicas que favorecieron su llegada a un país iberoamericano. 

Por lo que respecta al origen territorial, en el grupo del Winnipeg hemos visto que son gallegos en su mayoría. En esto no se alinean con las características del exiliado a Chile. En estudios sobre la emigración gallega al país andino se suele destacar que una de sus características es su «escasa importancia cuantitativa y cualitativa» (Rodríguez Lago, 1999, p. 315), con lo que no parece que hubiera realmente lazos familiares preestablecidos que favoreciera este destino entre los gallegos.

Cuadro 1: perfil del grupo

LLEGADOS EN EL WINNIPEG
Nombre, Origen  Edad en el momento del exilio, Empleo o categoría en 1939,  Adhesiones y actividades políticas

ALLEGUE GARCÍA, Manuel, sin información, 27 años, Marinero, UGT
ÁLVAREZ LÓPEZ, Manuel, sin información, 22 años, Marinero, Ningún partido (NP)
ÁLVAREZ SUAREZ, Francisco, Galicia, 34  años, Oficial RN. Comandante V-23, UGT
BARROS PRIETO, Juan, Galicia, 39 años, Jefe Maquinista Miranda, NP/Toma buque
CABEZÓN FREIRE, Aurelio, Galicia, 39 años, Auxiliar, Comandante V-14, NP. 
FEAL GALEGO, José, Galicia, 36 años, Auxiliar maquinista, NP/SRI
GARCIA PUGA, Faustino, Galicia, 26 años, Pasa República (*). Marinero. Sin información
GARCIA SEOANE, Jesús, Galicia, 28 años, Auxiliar alumno artillería, NP. 
GONZÁLEZ REGUEIRA, Francisco, Galicia, 22 años, Marinero, NP
INIESTA MARTINEZ, Pascual, Albacete, 26 años. Buzo. NP. 
LÓPEZ DOPICO, Antonio, sin información, 22 años, Marinero. NP. 
MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Tomás, sin información, 23 años, Marinero. NP. 
MÉNDEZ GARCÍA, Enrique, Euskadi, 28 años, Maquinista, NP. 
OTERO CACABELOS, José, Galicia, 25 años, Auxiliar a. electricista. NP. 
OTERO PANTIN, Alejandro, Galicia, 21 años, Fogonero, NP.
OTERO RUIZ, Eduardo, Galicia, 27 años, Auxiliar a. electricista. Sindicato T. Vascos
PALMEIRO CHAO, Francisco, Galicia, 21 años, Cabo marinería, NP /SRI (*)
PEREIRO CORES, Ramón, sin información, 22 años, Marinero, NP. 
PÉREZ GARCÍA, Juan, Galicia, 27 años, Auxiliar electricidad. NP. 
PITA ARMADA, Vicente, Galicia, 25 años, Marinero, CNT
REGUEIROS PAZOS, G., Galicia, 25 años, Cabo torpedos. NP. /SRI
RICO DOMINGUEZ, Jesús, sin información. 24 años, Marinero, PSOE
RICO LÓPEZ, Fernando, Galicia, 27 años, Auxiliar a. naval. NP.
RICO LÓPEZ, Gerardo, Galicia, 28 años. Auxiliar a. artillería. NP./toma buque
ROCA CEGARRA, José, sin información, 29 años, Alférez navío Escuela Naval Popular. PCE
ROCA SANDE, José,  sin información, 27 años, Auxiliar a. electricista. Sin información
SOTO HERRERA, Antonio, Andalucía, 34 años, Auxiliar a. artillería. PC/UGT/SRI
VARELA PÉREZ, Enrique,  sin información, 25 años, Marinero. NP. 
VEIGA GÓMEZ, Manuel, Galicia, 24 años, Marinero. NP.

LLEGADAS INDIVIDUALES 
ABELLO ROSET, Mateo, Cataluña, 56 años, Coronel Represent. Ministerio Marina. NP. 
DELMAS BLASCO, José, C. Valenciana, 37 años, Condestable/ Ayudante Subsecretario. NP/ masón/Toma Arsenal
JIMÉNEZ de CISNEROS, F., Murcia, 44 años, Teniente Intendencia. Masón/Comité Ministerio
RAMOS OLVERA, José, Andalucía, 35 años,  Auxiliar Ayudantía Mahón Ninguna
VÁZQUEZ CONLLEDO, F. , Galicia, 38 años, Teniente Intendencia. UMRA

Cuadro de elaboración propia en base, fundamentalmente, a informaciones procedente del CDMH, el CADN, la «Relación de marinos y civiles españoles llegados a Túnez con la flota republicana» de Manuel Pedreiro (ver nota 13), Diarios Oficiales de Marina y del Ministerio de Defensa Nacional, Hemerotecas y la bibliografía señalada. *NP: ningún partido; RN: Reserva Naval; SRI: Socorro Rojo Internacional; Pasa República: enrolado ejercito franquista, se pasa en el frente a la República.


En cambio, en el segundo grupo, los orígenes territoriales, son muy dispersos: un gallego, un catalán, un valenciano, uno de Cartagena y otro de Cádiz. Estamos lejos de la mayoría de gallegos del primer grupo o de las mayorías catalanas o vascas del exilio a Chile. En cuanto a la militancia política de todos los llegados a Chile, sabemos la filiación que declaran 30 marinos. De ellos, 22 dicen no estar afiliados en ningún partido (73,3%). Es un porcentaje elevado, pero no debe extrañar.

El auxiliar alumno de máquinas José Feal Galego, uno de los adherentes
al Socorro Rojo Internacional (AGA, ficha)

En la marina republicana tenían a gala no militar en ningún partido, revindicando ante todo su profesionalidad y lealtad al gobierno legítimo. Cuatro marinos al menos adhirieron al Socorro Rojo Internacional (SRI) hacia la mitad de 1937. Fue un organismo relacionado con el Partido Comunista de España (PCE), pero sus miembros no pertenecían necesariamente al PCE. Sólo uno era militante del PCE, según sus fichas de adhesión (20). De hecho, éste, Antonio Soto Herreros, tuvo una causa abierta por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC) por comunismo. Al estar ausente, se archivó provisionalmente en 1954 «en tanto el encartado se presente o sea hallado» (21).

Tres de los que venían de Túnez fueron clasificados como «indeseables» por las autoridades francesas del campo de Meheri Zebbeus que quisieron apartar a los conocidos por su militancia política o por ser particularmente recalcitrantes. Se trataba de Alejandro Otero Pantin, Vicente Pita Armada, José Roca Cegarra. Estos «indeseables», fueron mandados a la 7.ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, anexionada al 1.º Batallón de Infantería Ligera, conocido más comúnmente como el BIL, batallón disciplinario del ejército francés y que estaba en el desierto de Gabès. Ser seleccionados para ir a Chile les libró de uno de los destinos más duros que sufrieron los marinos exiliados en Túnez (Fernández Díaz, 2009,187-192 y 197-206) (22). 

Por otro lado, dos marinos del segundo grupo, eran masones, lo que concuerda con la generación más mayor del cuerpo de auxiliares en la Armada en la que hubo una importante adhesión a la masonería. El TERMC les abrió causa, encontrándoles en «ignorado paradero» (23). Eran Fernando Jiménez de Cisneros Ponce y José Delmas Blasco.

Algunos participaron de manera destacada a favor de la República en el momento del intento de golpe militar colaborando en la toma de control de los barcos o del Arsenal de Cartagena (Juan Barros Prieto, José Delmas Blasco), formando parte de algún comité, siendo miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista (Francisco Vázquez Conlledo) o llevando un bou armado franquista a un puerto republicano (Gerardo Rico López). Estuvieron indudablemente comprometidos con la República, pero, en conjunto, tuvieron un compromiso «de baja intensidad». No se parecen a los «guerreros» que vetaba el presidente Pedro Aguirre Cerdá. En esto también los marinos se muestran conformes al modelo reclamado en Chile.

La integración

La integración de los españoles dentro de la sociedad chilena fue, según opinión generalizada, un éxito teniendo en cuenta que más de la mitad de los exiliados tenían trabajo poco después de llegar (Soldevila, 1998, p. 193) y que los refugiados no plantearon grandes problemas a la sociedad chilena. Su presencia se extendió de norte a sur por todo el territorio. Fueron bien acogidos en general, de forma desigual por la antigua colonia española y con buena voluntad por el gobierno como demuestra el hecho de que, excepcionalmente, los asilados pudieron incorporarse a puestos públicos (Soldevila, 1998, p. 149) o se les concediera la nacionalidad chilena en 1946 (Lemus, 2009, p. 116). Francisco Caudet dice que la llegada de los exiliados republicanos «fue un beneficio para el país» (2005, p. 105). Incluso los pocos intelectuales o profesionales que pudieron entrar en Chile tuvieron un peso importante en el desarrollo de ciertas facetas de la cultura chilena como son el teatro, las artes gráficas, el periodismo o la historiografía. En general, se señala que contribuyeron al desarrollo de la industria del mueble, del diseño gráfico, de las empresas editoriales. En particular, dieron a conocer nuevas técnicas de pesca y propagaron la industria conservera del pescado (Gálvez, 2014, p. 237). La llegada de estos gallegos pescadores generó incluso, según Xosé M. Núñez Seixas, un flujo migratorio entre la Costa da Morte y Chile (2009, p. 124).

De los 33 marinos que llegaron a Chile, 15 vivieron toda su vida en el país andino y al menos 14 fallecieron allí (24). Es probable que los marineros de reemplazo gallegos, que eran pescadores en la vida civil, participaron en la pesca y la industria conservera. Es el caso de Vicente Pita Armada, natural de Cariño, que, junto con sus hermanos, trabajó en la industria conservera y de salazones en Chile, al menos durante los primeros años (Puentes, 2013) (25). En este mismo orden de idea participó el cartagenero Fernando Jiménez de Cisneros Ponce, que publicó en 1944 un libro que tuvo una cierta repercusión: «La Industria de la Pesca». En un amplio artículo publicado en La Hora, de Santiago de Chile, el 1 de febrero de 1944, se alababa profusamente este libro «claro y sencillo con noticias completas y amplias sobre cada uno de los problemas que plantea la pesca». Hay que recordar que Chile no tenía desarrollada la pesca ni su industria y los españoles contribuyeron de manera fundamental a fomentarla. El artículo terminaba así:

“Todo cuanto en estos momentos se hable, se escribe y se haga sobre pesca en Chile, es útil y aprovechable y fructificará en próximos días. Refugiados republicanos españoles -gallegos, asturianos, vascos y santanderinos- diseminados en todo el litoral, están realizando una magnífica labor en tal sentido que ha merecido, en diversas ocasiones, aplausos y elogios, de los sectores más diversos de opinión” (26)

En 1949, Fernando Jiménez de Cisneros formó parte de la primera directiva como secretario de Sonopesca (Sociedad Nacional de Pesca de Chile) (27). En 1954, era gerente de la pesquería Tarapacá (28).

El catalán Mateo Abelló Roset era el más mayor de los marinos españoles. Tenía 56 años cuando llegó a Chile. En este país ejerció como ingeniero naval y participó en la reflotación del dique de Valparaíso (29). También fue profesor de arquitectura naval en la facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile (30).

El oficial de  artillería José Delmás Blasco durante la guerra (Cartagena Histórica, suplemento nº2)

El cartagenero José Delmas Blasco pasó también gran parte de su vida en Chile. Se hizo ingeniero civil y ejerció ese oficio en el país andino. Era un hombre muy activo que «pronuncia conferencias, escribe artículos, participa en congresos conferencias, [… y…] fundó varios centros culturales españoles» (31). En 1969 hizo un viaje a España con su mujer y sus hijos, quizás con la intención de quedarse. Pero, finalmente, marchó a Canadá y falleció en Ontario, Toronto (32).

El gaditano José Ramos Olvera, llegó a Chile en 1951, buscando mejoras laborales y el reconocimiento de un título de ingeniero civil que no podía ejercer en Francia, como ya hemos visto. Enseguida consiguió trabajo en una empresa de construcción para construir un embalse en los Andes, en el lago de Maule, en el centro del país. Pero, por ser el clima tan duro, sólo se podía trabajar en verano. Buscando rentabilizar el resto del año, José Ramos buscó otras posibilidades y en 1956 abrió una fábrica de ropa que tuvo un gran éxito ya que trajo la novedad de los pantalones de mujer. Además de la fábrica, llegó a tener tres tiendas. En 1975, al enviudar, vendió todo y volvió a España para reencontrar probablemente el mundo de su juventud. Durante un año, lo intentó, pero al final, volvió a Chile con sus hijos y sus familias. Falleció en Santiago de Chile en 1977 (Portella, 2017, pp. 532-534).

José Otero Cacabelos, natural de O Grove, fue gerente de unos grandes almacenes y «llegó a tener una buena posición social» (33). Su mujer se reunió con él en Chile, tuvieron 2 hijos. Volvió a España de visita en los años 80. Pero retornó allí donde había rehecho su familia. Falleció en Santiago de Chile en 1993.


El capitán de Intendencia Francisco Vázquez Conlledo

El gallego Francisco Vázquez Conlledo, capitán del Cuerpo de Intendencia y jefe del Negociado de Contabilidad de Marina al final de la guerra, había sido en la década de los años 20, el representante en La Coruña de la revista «España Marítima» que trataba temas sobre «los barcos rotor», «la pesca de Lamajuba en el Cantábrico», «Pesca con luz», etc. Fueron sin duda conocimientos que pudo aportar a la industria pesquera en Chile, aunque ignoramos su recorrido profesional en el país andino donde falleció en 1949 (34).

No sabemos nada sobre el recorrido profesional de los otros 6 marinos que fallecieron en Chile. Con la información que tenemos podemos decir que, en general, los marinos salieron delante de muy diversas maneras, con oficios o negocios que no tuvieron siempre que ver con su pasado en la Armada.

Cuadro 2: Integración en Chile

Nombre, Profesión, Lugar  y fecha fallecimiento

LOS QUE SE QUEDARON
1. ABELLO ROSET, Mateo, Ingeniero, profesor, Barcelona
2. ÁLVAREZ LÓPEZ, Manuel, Sin información, Chile 1991
3. CABEZÓN FREIRE, Aurelio, Sin información, Chile 1969
4. DELMAS BLASCO, José, Ingeniero, Canadá
5. GARCIA PUGA, Faustino, sin información, Chile
6. JIMÉNEZ de CISNEROS, Gerente empresa pesca, Chile 1968
7. OTERO CACABELOS, José, Gerente almacenes, Chile 1993
8. OTERO RUIZ, Eduardo, Sin información, Chile 1997
9. PITA ARMADA, Vicente, Gerente salazones, Chile
10. RAMOS OLVERA, José, Ingeniero constr./fábrica ropa, Chile 1977
11. REGUEIROS PAZOS, Gumersindo, Sin información, Chile 1970
12. RICO DOMINGUEZ, Jesús, Sin información, Chile 2009
13. RICO LÓPEZ, Fernando, Sin información, Chile 
14. RICO LÓPEZ, Gerardo, Sin información, Chile 1985
15. ROCA SANDE, José, Sin información, Chile post. 1981
16. VÁZQUEZ CONLLEDO, Sin información, Chile 1949

LOS QUE MARCHARON
1. ALLEGUE GARCÍA, Manu. Sin información. Sin información
2. BARROS PRIETO, Juan, Sin información. Sin información
3. LÓPEZ DOPICO, Antonio, Sin información. Sin información
4. PEREIRA CORES, Ramón, Sin información. Sin información
5. VARELA PÉREZ, Enrique, Sin información . Sin información
6. INIESTA MARTINEZ, Pascual. Sin información. Argentina
7. MÉNDEZ GARCÍA, Enrique, Marino mercante. Argentina
8. GONZÁLEZ REGUEIRA, Fr., Sin información. Uruguay
9. FEAL GALEGO, José, Sin información. Uruguay
10. ÁLVAREZ SUAREZ, Francisco. Marino mercante. EEUU
11. MARTÍNEZ GONZÁLEZ Tomás, Operario, Brasil
12. SOTO HERRERO, Antonio, Sin información. México
13. VEIGA GÓMEZ Manuel, Sin información, Pide volver a España

SIN INFORMACIÓN
1. GARCÍA SEOANE, Jesús, Sin información Sin información
2. OTERO PANTIN, Alejandro. Sin información, Sin información
3. PALMEIRO CHAO, Francisco. Sin información Sin información
4. PÉREZ GARCÍA, José Sin información, Latinoamérica 1970
5. ROCA SEGARRA, José, Sin información, Extranjero, 1975

Cuadro de elaboración propia en base a diferentes fuentes ya nombradas en pie de página

Aparentemente, los demás se fueron. Cinco pidieron ayuda a la FOARE y se pierde su traza en Chile, con lo cual podemos pensar que, con casi toda probabilidad, todos salieron de Chile (35). Dos marinos marcharon a Argentina (Enrique Méndez García y Pascual Iniesta Martinez), dos se fueron a Uruguay (José Feal Galego y Francisco González Regueira) y uno (Antonio Soto Herrero) a México (36).


El maquinista Francisco Alvarez Suarez (ficha AGA)

Otro, maquinista, Francisco Álvarez Suarez se trasladó a EE. UU. donde trabajaba como marino en 1946 (37). Otro marino, Tomás Martínez González, estaba ya en Brasil en 1941, trabajando como operario (38). Por fin, hay trazas de que uno, Manuel Veiga Gómez, pidió volver a España en 1945 (39). Otros dos marinos de este grupo fallecieron en América (José Pérez García, Y José Roca Segarra), pero ignoramos dónde (40). Desconocemos totalmente lo que ocurrió con los demás. Es decir, 13 marcharon con seguridad de Chile, lo que representa un 46,4%. Parece un porcentaje alto si lo comparamos con el exilio a México, por ejemplo. Es posible que el arraigo para agricultores o pescadores fuera fácil, ya que a finales de 1939 sólo un 3,1% de este sector aún no había encontrado trabajo (Tabanera, 1992, p. 527). Sin embargo, para otro tipo de perfil, como es el caso de los marinos de guerra, es posible que no fuera fácil encontrar una ubicación laboral. Aunque los exiliados se comportaron sin duda «con laboriosidad y entusiasmo» (Tabanera, 1995, p. 211), hay que tener en cuenta que los sueldos eran inferiores a los de España, que no siempre recibieron las ayudas prometidas para sobrevivir (Lemus, 2007, pp. 246-247) y que, a fin de cuentas, sus condiciones de vida fueron difíciles (Buldain, 1992, p. 260). Este análisis más individualizado explica por qué Chile fue también un país de tránsito y porqué los marinos intentaron encontrar en otros países una situación más favorable para rehacer sus vidas. 


Conclusiones

El estudio de este pequeño colectivo (41) ilustra las dificultades para investigar a los exiliados del común por la escasez de documentación y bibliografía. Pero no por ello carece de interés. Nos ha permitido confirmar las similitudes de este grupo con el de los exiliados del “Winnipeg” como es, por ejemplo, su «carácter proletario», su juventud o apoliticismo. Los marinos que salen de Túnez, confirman con su presencia el empeño de Neruda de que los refugiados provinieran de todos los campos de concentración, ya que Meheri Zebbeus era uno de los campos más olvidados en aquellos momentos. Se confirma también la voluntad de juntar familias dispersas en diferentes campos como hemos visto con varios hermanos internados en Túnez, Argelia o Francia. En cambio, al analizar el colectivo formado por todos los marinos que llegaron a Chile, observamos una gran diferencia entre los que llegaron en el “Winnipeg” y los que arribaron individualmente. Advertimos que son casi dos mundos diferentes, por edad, por origen territorial y por estatus social. Es un tema en el que cabría quizás profundizar. Por otro lado, en cuanto a su integración, parece que una parte de los marinos se adaptaron e incorporaron profesionalmente a la sociedad chilena de muy diversas maneras, alejadas de su actividad en la Armada. En cambio, constatamos que casi la mitad de los marinos marchó de Chile. Esto puede inducir a pensar que las condiciones de vida en el país andino no fueron siempre fáciles o no correspondían a las aspiraciones de los marinos. Por todo ello, el estudio de este colectivo podría plantear una revisión más en profundidad de las dificultades de arraigo -o no- que tuvieron los exiliados del común en Chile.






Archivos
Archivo Naval de Cartagena (ANC)
Archivo General de la Marina “Álvaro de Bazán” (AGMAB)
Archivo General de la Administración (AGA)Centre des Archives diplomatiques de Nantes. Fonds de la résidence française en Tunisie (CADN)
Servei d’Arxius de Ciència. Arxiu Nacional de Catalunya (SAC)

Publicaciones oficiales
Diario Oficial del Ministerio del Ministerio de Defensa Nacional (D.O.) 
Diario Oficial del Ministerio de Marina (DOM)
Gaceta de la República (GR)
Boletín Oficial del estado (Salamanca)

Escritos inéditos, entrevistas
Manuel PEDREIRO PITA, “Relación de marinos y civiles españoles llegados a Túnez con la flota republicana”, inédito, archivo privado.
Vicente CRIADO GABEIRAS, Entrevista a el 20 de septiembre de 1995

Bibliografía de referencia
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NOTAS
(6) Centre des Archives Diplomatiques de Nantes (CADN), 2MI-563, fols. 326-327.
(7) CADN, 2MI-563, fol. 345. 
(8) CADN, 2MI-563, fol. 369.
(9) Documental «Novo Emden», Santiago, Saga TV; «Una odisea mundial en busca de la libertad», en La Opinión, a Coruña 2008/08/31; Blog: «O Novo Emden: 18 vidas, 18 historias». Véase en línea: http://novoemden.blogspot.com.es/2007/12/la-tripulacin_27.html.
(10) Nomes e voces, proxecto interuniversitario.Universidade de Santiago de Compostela. Véase: http://www.nomesevoces.net/gl/; y Dionisio PEREIRA y Eliseo FERNÁNDEZ, (2001), pp. 162-203.
(11) CADN, 2MI-563, fol. 327. Traducción: «tras aseguraos de que tienen los fondos necesarios para el viaje».
(12) Entrevista a Vicente Criado Gabeiras el 20 de septiembre de 1995.
(13) Información sobre Eliseo Fernández Fidalgo: Manuel Pedreiro Pita, «Relación de marinos y civiles españoles llegados a Túnez con la flota republicana», inédito, archivo privado. Esta relación es la que confeccionó el auxiliar alumno de artillería Manuel Pedreiro cuando fue representante oficioso de los Refugiados Españoles ante el ACNUR en Túnez desde 1969 hasta 1980 al marchar a Francia el anterior responsable, el teniente de navío David Gasca, que lo fue desde 1939 hasta 1969.
(14) Aurelio Cabezón Freire, ferrolano, en 1938 era oficial naval y comandante del guardacostas “V-14”. Recibió la Medalla del Sufrimiento por la Patria por haber sido herido cuando su buque fue atacado por la aviación (D.O. 07/07/1938). Dejó en España a su familia. Véase también en línea: Blog de Julián Iglesias (http://julindeares.blogspot.com.es/2007/10/s-trigame-milleiros-de-espaois-v-dona_09.html). El otro fue el marinero del “Jaime I”, Jesús Rico Domínguez, tenía 24 años cuando desembarcó en Valparaíso, y falleció allí en 2009. Esta última información aportada por el investigador Jaime Cardona Jansenwirthen correo electrónico del 17 de enero de 2018.
(15) El Mercurio, Santiago de Chile, 04/09/1939, en Carmen Norambuena (2016).
(16) Información aportada por el investigador Jaime Cardona Jansenwirth, que ha consultado el Archivo Nacional de la Administración de Chile, correo electrónico, 8 enero de 2018.
(17) Genes Reunited. Ver en línea: 
(18) Mediterráneo 03/10/1969, p. 01.
(20) Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), José Feal Galego: Signatura: DNSD-SECRETARIA, FICHERO, 18, F0008739; Francisco Palmeiro Chao: Signatura: DNSD-SECRETARIA, FICHERO, 49, P0013190; Gumersindo Regueiro Pazos: Signatura: DNSD-SECRETARIA, FICHERO, 54, R0027078; Antonio Soto Herrera: Signatura: DNSD-SECRETARIA, FICHERO,64, S0177665.
(21) CDMH, TERMC, 49636-54 y PS-ANTECEDENTES, Exp. 71343.
(22) Lista de «indeseables»: CADN, 2MI-563, folios 451, 452,453.
(23) Fernando Jiménez de Cisneros Ponce y José Delmas Blasco, CDMH: TERMC, 19839 y TERMC, 2404598.
(24) Información sobre los fallecimientos proporcionada, en gran parte, con certificados de defunción, por el investigador Jaime Cardona Jansenwirth en correo electrónico, 8 de enero de 2018.
(25) Conversación telefónica con Hixinio Puentes el 02/01/2018.
(26) Ramón Suárez Picallo, «Un libro sobre industria pesquera», en La Hora (Santiago de Chile), 01/02/ 1944.
(27) «Historia de la Sociedad Nacional de Pesca», en Memoria de Sonopesca, 2003. Disponible en red:
(28) Izquierda Republicana, enero 1954.
(29) SAC, Servei d’Arxius de Ciència. Arxiu Nacional de Catalunya. Disponible en red: http://www.sac.cat/ficha_fondo2.php?sitelang=es&id=495&pagina.
(30) Revista biológica marina, nº 2, Valparaíso: nov. 1992, p. 308.
(31) Mediterráneo, 1969/10/03, p. 01.
(32) Reconocido como ex-auxiliar primero de artillería (graduado Alférez de Fragata) de la Armada. Recibe retiro a través de la Dirección General del Tesoro (nómina extranjeros). Residía en Ontario, Canadá. (DOM 1978/01/03).
(33) Conversación telefónica con su sobrina-nieta Alba Otero el 09/01/2018.
(35) Informaciones aportadas por el investigador Jaime Cardona Jansenwirth, que ha podido consultar los archivos de la FOARE. Correo electrónico, 17/01/2018.
(36) Fondo Consulado General de España en Rosario (Argentina); Nomes e voces, proxecto interuniversitario. Responsable Universidade de Santiago de Compostela; Archivo JARE en Archivo General de la Administración (AGA), M434 - M436; España Popular 1954/01/29.
(37) Archivo JARE en AGA, M434-M435.
(38) Arquivo Público do Estado de São Paulo, Tomás Martínez González, 1941; citing Immigration, São Paulo, São Paulo, Brazil, certificate 635314, registration 121786.
(39) Se trata de Manuel Veiga Gómez, Archivo Naval de Cartagena (ANC), Expediente SIP 32826.
(40) Informaciones aportadas por Manuel Pedreiro en su «Relación de marinos y civiles evacuados en Túnez españoles llegados a Túnez con la flota republicana» que siguió consignando el devenir de cada uno, aún después de salir él mismo de Túnez.
(41) Se trata de una investigación aún no cerrada.

martes, 1 de enero de 2019

ELLAS


Victoria Díaz Alcázas y José Fernández Navarro en 1948, cuando se casaron por 2º vez en Francia. 

Hace unos días, de vuelta de Burdeos, al pasar por Irún crucé el Bidasoa por un puente. Es un río ancho, muy caudaloso y amarillo y sucio, al menos en estos días. Por algún paso menos ancho y profundo pasó mi madre la frontera en 1948, cruzando este río con el agua por encima de la cintura. El guía les había advertido: si alguien resbalaba había que dejarlo ir, sino se ahogarían juntos. A ella, que era la más joven, la llevó cogida del brazo durante la travesía.

En la madrugada del 5 de marzo de 1939, su marido, el teniente de navío del nuevo Cuerpo de la Marina Republicana, José Fernández Navarro, había marchado al barco, “a ver qué pasaba”, ya que había rumores de que la quinta columna había cogido las calles de Cartagena y paraba a los marinos. Pero, aseguró a su mujer, Victoria Díaz Alcázas, “no te preocupes, estoy de vuelta para que desayunemos juntos a las nueve”.
Siete años pasaron antes de que se pudieran tomar ese desayuno juntos.

Mi madre, protegida por su hermana y su cuñado, falangistas de pro, sobrevivió en casa de sus padres como una señorita bien de provincias, ni soltera ni viuda ni casada puesto que su matrimonio civil había sido anulado. Encerrada en casa, sólo salía a pasear algunas tardes, cogida del brazo de su hermana y su cuñado. Tuvo “suerte” ya que no fue fácil ser la mujer de un “rojo” en la España de la posguerra.

Para subsistir, muchas mujeres recurrieron a las labores. Pero estaban estigmatizadas y nadie les daba trabajo. Por eso, en general, tuvieron que marchar donde no las conociesen.


Josefina Valverde con su hijo José. 

Josefina Valverde, mujer del auxiliar alumno de artillería Alfredo Martí, se quedó sola y con un hijo pequeño (1). “Nunca había trabajado pero yo sabía coser y me ofrecía a coser en las casas. Pero nadie me daba trabajo. Me tuve que ir a Murcia. Pasé mucho.”, recordaba años después.

Carmen Ibáñez Muñoz, la mujer del oficial radiotelegrafista Francisco López Estrella, tampoco pudo quedarse en Cartagena. Recordaba su hija (2):
“Tuvo que marchar a Madrid. Trabajaba cosiendo en casas adineradas por cinco pesetas diarias y la comida”. Las niñas, nos quedamos al cuidado de una tía. Muchas veces íbamos a comer al Auxilio Social”.

El terror que reinó en la posguerra franquista las persiguió, aunque no hubieran tenido ninguna actividad política. Se las persiguió por sus vinculaciones familiares.

Micaela  Vila (3), esposa del marinero Onofre Valera, sufre su particular tragedia que cuenta su hijo:
“Se quedó sola conmigo en Cartagena. Se fue a Asturias, a casa de sus suegros para salir adelante. A casa de los abuelos iba la guardia civil de vez en cuando, se los llevaba, les daban palizas”


Carmen Martínez Moreno y su marido José Rosique Solana en Inglaterra.

Carmen Martínez Moreno era la mujer del marinero José Rosique Solano, cocinero en el “Gravina”. Tardó 3 años en saber que seguía vivo a través de una discreta postal mandada a un familiar desde Kasserine, en Túnez, en la que preguntaba por la salud de su “prima” Carmen. Un día, en Cartagena, la llamaron de Comisaría. Acudió, atemorizada. Su hija recordaba (4) que,
le llamaron la atención por ser la mujer de un rojo y le señalaron cartas de mi padre que estaban expuestas en un tablero y se las zarandearon y rompieron delante de sus narices sin que ella las pudiera ni leer. Ella solo pudo llorar, pero la dejaron marchar a casa”.

Josefina Martínez Cinza, esposa del auxiliar alumno de Artillería David Fernández Dopico, sufre cárcel. Su hijo cuenta (5):
“En 1947, ocurrió algo terrible e inesperado. Una tarde vinieron a casa de mi madre y de sus dos hermanas tres miembros de la guardia civil y se las llevaron presas. Son llevadas al Cuartel de la Guardia civil de Jubia y detenidas durante 1 mes. Son interrogadas y tratadas brutalmente. Luego son destinadas a la cárcel donde permanecieron 6 meses.”

Todas comprenden que corren peligro.
Pero salir de España en la década de los 40’ no es fácil. Se necesitan permisos para circular dentro de España, las fronteras con Francia están intermitentemente cerradas, no tienen dinero y no es fácil obtener papeles sin avales. 


Pepita Martínez Cinza con su hija mayor en mayo de 1942. 

Es lo que intentará hacer Josefina Martínez Cinza, según narra su hijo (6).

 “en el año 1949, tras viajar en tren […] llegó por fin a Barcelona acompañada de un familiar. Se alojaron en un hostal durante un mes tratando de arrancar la documentación para cruzar la frontera. Rechazada la tramitación de la documentación y acompañados de un guía marcharon hacia Francia pasando clandestinamente, de noche, a través de carreteras con su hija” ... “Pasaron un mes en Perpignan en una especie de campo de concentración hasta que obtuvo el "Certificat d'identité et de Voyage" y embarcaron en Port-Vendres el 15 de octubre de 1949 hacia Oran.”




Encarnación González Martínez y Baltasar Sánchez Huertas. el día de su boda en 1934.

Encarnación Gónzález Martínez (7), esposa del cabo fogonero Baltasar Sánchez Huertas, intentará pasar la frontera en 1947 con sus dos hijos, siendo detenida. Con mucha suerte pudo volver a Cartagena. Lo logrará en 1950 aunque en la frontera le quitaron el dinero que llevaba y aún tuvo que esperar en Marsella casi un año para poderse reunir con su marido que estaba en Oran, doce años después. Durante esos años, Encarnación vivió trabajando en la alpargataría de su padre, que estaba en la cárcel de Hellín. Vinieron a buscar a su hijo que "estaba de vacaciones pagadas por el Estado francés en Argelès-sur-Mer" y por no volver con las manos vacías se llevaron al padre.


Vistas del río Bidasoa tomadas desde Hendaya, en Francia, por el teniente de navío José Fernández Navarro. Se distingue la caseta y el guardia civil al lado
Victoria Díaz Alcázas, la esposa del teniente José Fernández Navarro, también pasa la frontera clandestinamente (8):
“Una noche de octubre de 1937 llamó a la casa [en Cartagena] un vasco. Traía un anillo de mi marido como prueba de que venía de su parte. Era un guía. Acudía a buscarme para pasar a Francia clandestinamente ya que la frontera estaba cerrada. Al día siguiente nos marchamos con una maletita pequeña hasta Madrid donde recogimos a dos jóvenes condenados a muerte y que huían. Viajamos en el tren, separados, como si no nos conociéramos, hasta Irún. Seguimos hasta Martutene donde dormimos en un caserío. Allí dejamos el equipaje, no podíamos ir cargados. Había una habitación entera llena de maletas. Al día siguiente, al anochecer, después de esperar a otro fugado, cogimos un trenecillo que nos dejó en una estación perdida en la montaña. Dejamos los zapatos y nos calzamos alpargatas para no hacer ruido al caminar. Emprendimos la marcha en silencio hasta que el guía nos conminó a echarnos al suelo, junto a un caserío, mientras él iba a ver si el camino estaba libre. Se fue, arrastrándose por el suelo y se lo tragó la oscuridad. Mudos, pegados a la pared de la casa esperamos. Los minutos se hacían eternos. Aún recuerdo que dentro de la casa se oía el tic-tac del reloj de pared. Al rato volvió el guía: «Ahora, seguidme» susurró. Nos tiramos por un terraplén y apareció el río Bidasoa. Nos metimos en la corriente, con el agua hasta más arriba de la cintura, por un vado. La corriente era tan fuerte que un pequeño resbalón era la muerte. La víspera, la guardia civil, metida hasta la mitad del río, tiroteó y mató a una mujer con su hijo en brazos. El guía nos avisó de que cuando llegáramos a la otra orilla corriéramos a escondernos detrás de los arbustos porque la guardia civil, a veces, no tenía empacho en matar aun estando ya en territorio francés”

Algunas estaban casadas civilmente o sea un matrimonio “nulo a todos los efectos” en la España franquista. Se tuvieron que casar de nuevo por poderes. Esto permitía justificar la petición de pasaporte. 

Josefa Martínez Paredes, la mujer del auxiliar alumno de artillería Félix Agüera, tiene, además, que comprometerse por escrito a traer de vuelta a España a su marido. Llegó a Túnez en 1949 con su hija que sólo tenía meses cuando su padre tuvo que exiliarse (9).  

José González López con Manuela Collado López y su hija Mª Luisa González Collado en Túnez en Ferryville (actualmente Menzel Bourguiba) en 1950. 

Mª Luisa González Collado (10), hija del zapatero del "Libertad", José González López, cuenta el viaje que emprendieron junto a su madre, Manuela Collado López:
“Mi madre se quedó con tres hijos sola. En el 47 nos fuimos a Túnez, donde estaba mi padre. Tardamos 11 días. Fuimos a Melilla, pasando la frontera del Marruecos español por Oujda. Cruzamos Argelia y llegamos a Túnez en tren. Mi padre fue a buscarnos. Esa noche dormimos en la casa en Ferryville. Ese día conocí a mi padre. Cuando se fue yo tenía tres años”.


Carmen Martínez Moreno, la esposa del marinero cocinero José Rosique Solano, también se plantea irse a Inglaterra que es donde está su marido después de luchar con los ingleses durante la IIª Guerra Mundial. Nos lo explica su hija (11):
“Carmen tardó un largo año en hacerse el pasaporte, cuando se entera un día que un barco cargado de naranjas salía del puerto de Cartagena, hacia Londres. No se lo pensó dos veces, cogió una pequeña maleta, se despidió de su familia y ¡se embarcó!
Aquel viaje de 8 días fue una odisea para ella”.

María Evaristo López (12), la mujer del auxiliar 2º de Artillería Juan Román Jiménez, consiguió un pasaporte engañando y sobornando (mediante mucho dinero) a un comisario de policía. Recuerda su hija, Mª José, que tenía seis meses cuando su padre se tuvo que exiliar y que no lo conoció hasta 10 años después:

“En el mismo momento que lo tuvo en la mano, me fue a buscar, cogió el primer autobús desde Pontevedra hasta Vigo, embarcó en un buque hasta Cádiz y desde esta ciudad un tren de pescado nos llevó hasta Algeciras. Alcanzamos Tánger en barco y después Casablanca. De aquella ciudad recuerdo sobre todo el pan blanco que veía y comía por primera vez. Después alcanzamos Túnez y yo, que tenía 6 meses cuando terminó la guerra de España, pude al fin conocer a mi padre, diez años después”.
           
Hubo mujeres condenadas a muerte o a largas penas de cárcel y “La función maternal fue utilizada como forma específica de castigo ‘de género’ sobre las mujeres presas” (13). Los niños pequeños ingresaban junto a la madre en las cárceles o eran entregados en adopción o a instituciones religiosas. 
Elvira Casado Martinez cuando salió de la cárcel y pudo reunirse con su hija mayor en 1944.

Entre las mujeres de los marinos tenemos el caso de Elvira Casado Martínez (14), esposa del cabo fogonero Fulgencio Jover Fernández, que rememora su nieto, Manuel Ramírez Jover: 
“Elvira, fue detenida en Cartagena en el segundo semestre de 1939. Encarcelada en la Prisión de la ciudad de Cartagena. Fue juzgada sin asistencia letrada y condenada a dos penas de muerte por un tribunal militar de forma sumarísima.  Considerada como elemento subversivo y peligroso. Tenía 2 niñas y un niño que, al ser muy pequeño, la autoridad militar le permitió que estuviese con ella en la cárcel. Mientras estuvo presa en Cartagena mi madre [ una de las hijas de Elvira] iba a verla y en más de una ocasión mi abuela la escondía con la colchoneta y pasaban la noche juntas. Contaba mi abuela el terror que pasaban de noche cuando de madrugada sacaban a presos para fusilarlos, siempre pensó que alguna de esas veces sería su turno. A mi abuela la trasladaron a una cárcel de Gerona en trenes de mercancías al más puro estilo nazi. También estuvo en Tarragona y por último en la cárcel de mujeres de Málaga. Esta situación desembocó con el internamiento de sus tres hijos en el colegio de la Misericordia de Cartagena. En ese momento, mi madre con 9 años, mi tía con 11 años y mi tío con unos 5, perdieron de vista a sus padres, aunque mantuvieron con ellos una exigua correspondencia. A mi abuela Elvira le conmutaron las dos condenas de muerte por 30 años y un día. Su libertad condicional se produjo en Málaga el 10 de agosto de 1944 pero tuvo que permanecer en Málaga [su última cárcel] presentándose ante la autoridad todas las semanas hasta una década después. No fue hasta 1957, cuando pudieron viajar a Casablanca para por fin reunirse como familia”.

El exilio de las mujeres no termina, por supuesto, con su salida del país. A partir de ese momento, en realidad, empieza otra historia que es la adaptación a un país, una sociedad, unas costumbres que no eran las suyas.

Empiezan otras luchas, otra etapa del interminable exilio.







PS: si alguien sabe el recorrido de la mujer de algún marino, puede contactarme y la incluiré en esta entrada. 





(1) Entrevista a Josefina Valverde el 31 de enero de 2006.
(2) http://exiliorepublicano.org/carmen_lopez.html#inicio  y entrevista con Carmen López Ibáñez y José Carlos López Ibáñez, sus hijos, el 13/10/2006 y 14/11/2006.
(3) Carta de Manuel Varela Vila, su hijo, del 25/10/2010 y el blog http://leyendaehistoria.blogspot.com/2010_09_01_archive.html
(4) Correo de su hija Mary Rosique el 10/07/2010.
(5) Conversaciones telefónicas con su hijo David Fernández Martínez el 06/03/2007 y el 26/12/2018, correo electrónico de 29 de diciembre 2018.
(6) Enrique Barrera y Bruno González (Coord.), (2007). Retallos da Memoria. EQUONA Deseño Editorial, S.L. y conversaciones telefónicas con su hijo David Fernández Martínez el 06/03/2007 y el 26/12/2018 y correo electrónico el 29/12/2018.
(7) Relato de su hijo Roberto Sánchez, correo electrónico de 2012 y 2014 y correo electrónico de su sobrina-nieta Pilu Sánchez Soriano que tuvo la amabilidad de facilitarme la foto.
(8) Conversación con Victoria Díaz Alcázar en enero 2007.
(9) Conversaciones telefónicas con su hijo Félix Agüera Martínez y correspondencia por mails desde el 22/08/2009 hasta 28/12/2018.
(10) Carta de M.ª Luisa González Collado el 04/02/2007.
(11) Correo electrónico del 10/07/2010.
(12) Entrevista con su hija el 25 de agosto de 2006 y el 7 de octubre de 2007.
(13) Ana Aguado y Vicente Verdugo, (2011), “Las cárceles franquistas de las mujeres en Valencia. Castigar, purificar y reeducar”, Studia Histórica, Historia Contemporánea, nº 29 pp. 55-85; p. 72
(14) Correos electrónicos de su nieto, Manuel Ramírez Jover, en 2009, 2014 y 2019.