jueves, 29 de julio de 2021

El exilio de Daniel Díaz Roldán, un marino del “Libertad”

 

Crucero Libertad y foto de Daniel Díaz Roldán

   

     Daniel Díaz Roldan, nacido en la provincia de Cuenca en 1917, ingresó en la Marina por su turno el 18 de marzo de 1936. Tenía apenas 22 años. Pasó dos meses en las Brigadas de instrucción, al cabo de las cuales le mandaron de vacaciones a Cuenca a la espera de entrar en la Escuela de electricistas. A los pocos días, recibió un telegrama conminándole a presentarse inmediatamente a su destino en Ferrol. Por consejo de un tío, jefe de estación en Madrid y socialista, se presentó en el Ministerio de Marina en Madrid, donde quedó acuartelado. Junto a otros chavales que estaban en su misma situación dormía en la terraza del Ministerio en unas colchonetas que les proporcionaron. La mañana del 20 de julio, desde la terraza, vio por la Castellana, camiones y coches con banderas de la República y gente gritando y con los puños en alto. Gracias a un amigo conquense, que era chofer de un jefe, pudo salir escondido en el maletero del coche y se presentaron en el cuartel de la Montaña donde vio gente con fusiles, escopetas y otros que simplemente miraban. Su amigo llevaba en el maletero una pistola y un fusil y con esto empezó la guerra de Daniel Díaz. 

Después lo mandaron al Arsenal de Cartagena y posteriormente embarcó en el Libertad, “cuando ya todo estaba organizado con el comité de los trece (1). Yo empecé en el ‘Libertad’ con el grado de cabo electricista, que ya era mi oficio, pues mi padre tenía un taller de electricidad en Cuenca, así es que me dieron la responsabilidad de una parte eléctrica del crucero” (2). Siguió toda la guerra a bordo del acorazado, viviendo todos los avatares del buque (3) y se hizo una foto típica de aquella época, con su retrato en medallón, asomando por encima del "Libertad". 

El día 5 de marzo de 1939 salió de Cartagena a bordo del “Libertad”. “Nuestro rumbo era Argel, pero las autoridades de este país no quisieron darnos asilo, así que nos dirigimos hacia Túnez, ¡¡entramos en la Base Naval de Bizerta en Túnez y a partir de aquí es cuando empezó lo peor!! Nos metieron en unos vagones que usaban para 15 caballos o 30 personas y después de pasar un día y una noche sin comer y obligados a hacer nuestras necesidades dentro del vagón llegamos a un campo de concentración “Meheri-Zebeus” ¡¡un infierno!! En pleno desierto guardados por senegaleses y árabes con el fusil en la mano y sin ningún escrúpulo. Para la cuestión del agua tuvimos que reparar las bombas y los motores que estaban en un estado lamentable, a unos kilómetros del campo había un pozo… Con las picaduras de los escorpiones y el calor era una vida imposible” (4).

Unos cuantos meses después, cuando empezó la II Guerra Mundial, las autoridades francesas pidieron especialistas para trabajar en el Arsenal de Bizerta y Daniel pudo salir del campo para trabajar de electricista. Allí tuvo comida y una cama donde dormir, lo cual era un lujo.  

Cuando se produjo el desembarco aliado en Marruecos y Argelia en noviembre de 1942, al día siguiente los alemanes invadieron Túnez por mar y aire y los italianos lo hicieron por el Sur. Daniel, que estaba en el Arsenal contaba una anécdota de cómo procuraban entorpecer todo lo que podían: “En el puerto, los alemanes nos hacían trabajar para recuperar las maderas de los almacenes del puerto, decían que era para fabricar puentes y nosotros tratábamos de destrozar lo que podíamos, durante los bombardeos, mientras que ellos estaban en los refugios, y al salir cuando veían todo roto no paraban de chillar “¡¡Sabotaje, sabotaje!!”. Y nosotros les decíamos que había sido la aviación americana” (4). Se escapó del Arsenal y marchó a Túnez, donde podía pasar más desapercibido porque “la persecución de los alemanes y los italianos era constante para cogernos y meternos en los campos de concentración o bien para emplearnos en los trabajos más peligrosos” (5). Después se hizo con una carta de identidad de un argentino y trabajó para la compañía des Ponts et Chaussées como electricista para montar las bombas de regadío con lo cual casi siempre estaba en el campo y escapaba a las redadas y controles. 

Hasta que supo por un compatriota que habían fusilado a su hermano en España, no dio noticias a su casa “pues al escribirles tenía miedo que se vengaran con mi familia al saber que tenían un hijo “rojo”(6).

Cuando Túnez fue liberado, Daniel, con Eugenio Porta, jefe de tiro del “Libertad”, montó un taller eléctrico y así vivió hasta la independencia de Túnez en 1956 en que tuvo que reemprender otro reexilio a Francia. Montó, también con Porta, otro taller eléctrico. Daniel había salido de España con 22 años y falleció en Périgueux en 2007 con 93 años. 

 

Notas: 

(1) Daniel Díaz hace aquí referencia al comité que se formó en el crucero después de su toma para la República, compuesto por 13 marinos.

(2) Carta de Daniel Díaz a Victoria Fernández Díaz del 6 septiembre 2005.

(3) Ver, por ejemplo,  en el blog de Benito Sacaluga

https://benitosacalugarodriguez.blogspot.com/2019/09/el-combate-con-el-canarias.html  https://benitosacalugarodriguez.blogspot.com/2015/02/combate-del-cabo-cherchel.html

https://benitosacalugarodriguez.blogspot.com/2020/09/jose-perez-jurado-jefe-de-derrota-del.html

(4) Carta de Daniel Díaz a Victoria Fernández Díaz del 3 de junio de 2005.

(5) Carta de Daniel Díaz a Victoria Fernández Díaz del 30 de junio de 2005.

(6) Carta de Daniel Díaz a Victoria Fernández Díaz del 6 septiembre 2005.




miércoles, 21 de julio de 2021

TESIS DOCTORAL SOBRE EL EXILIO DE LOS MARINOS DE LA ARMADA EN EL NORTE DE ÁFRICA Y SUS PRIMEROS REEXILIOS

 

Foto de la familia de José Marí Cholvi, auxiliar alumno de Artillería


RESUMEN de tesis doctoral defendida el 4 de junio de 2021

Esta investigación tiene como objetivo estudiar las pautas que rigieron los exilios de los marinos de la Armada de la II República y dar coherencia a sus diferentes recorridos dentro del movimiento exiliar tras el fin de la contienda. Para alcanzar estos objetivos, nos hemos servido de una metodología diversa ya que por tratarse de un grupo de personas que se desplaza de un país a otro, hemos adoptado técnicas metodológicas propias de los estudios migratorios, como la aproximación microanálitica, el recurso a las fuentes nominativas y cualitativas que nos han permitido estructurar una base de datos de 1.517 marinos exiliados que recoge una amplia información demográfica y con la que hemos establecido una representatividad de la comunidad estudiada. Así mismo, hemos utilizado el concepto de redes migratorias para identificar los contactos familiares, políticos o profesionales que determinaron en muchos casos los recorridos exiliares. Como hemos manejado también fuentes privadas inéditas, hemos adoptado elementos del análisis de la literatura del yo para abordar diarios y cartas contemporáneas de los acontecimientos y los relatos y memorias posteriores de los marinos. Además, hemos hecho uso de testimonios de marinos y de sus descendientes obtenidos a través de entrevistas y correspondencia que, con sus limitaciones, han aportado comprensión sobre la sociedad que vivían y han permitido muchas veces rellenar los intersticios de la Historia. Igualmente, hemos manejado múltiples fuentes primarias, procedentes de diversos archivos ubicados en Francia y España, así como diversas fuentes hemerográficas y una abundantísima bibliografía sobre el exilio, desde los clásicos hasta los textos más recientes.  

En esta investigación analizamos un colectivo de aproximadamente 4.000 marinos, diverso en su composición y cuya salida hacia el destierro se realizó de manera relativamente agrupada. Por ello hemos examinado el exilio de los marinos en el norte de África, descartando el exilio a Francia, que fue menos importante entre los marinos y que ha sido ya muy estudiado por lo que los principales interrogantes nos llevaron a otros escenarios. Por esto hemos investigado primero el exilio a Túnez, destino inicial de la mayoría de los marinos de la Armada, es decir unos 3.800 hombres llegados en 11 buques y 1 submarino a la ciudad de Bizerta, y, en segundo lugar, el exilio a Argelia donde arribaron unos 200 a 250 marinos desde las costas españolas y otros 300 hombres mandados por las autoridades francesas desde Túnez al iniciarse la II Guerra Mundial. Hemos desvelado experiencias concentracionarias y represivas de gran dureza y complejidad que se produjeron desde la llegada de los exiliados y que se prolongaron incluso varios meses después de la liberación del norte de África por los aliados en 1943. 

Cierto número de marinos pudieron emprender el camino del reexilio hacia los países que, en un primer momento, abrieron sus fronteras a los republicanos expatriados, es decir la URSS, México, República Dominicana y Chile. Hemos analizado los elementos que favorecieron estos desplazamientos, identificado quienes pudieron marchar y evidenciado que estos marinos exiliados, como otros miles, tuvieron numerosos problemas de inserción en los países receptores. Por todo ello, constatamos que el exilio de los marinos, y el de muchos, fue de una dureza que contrasta con la imagen de facilidad o de exilios dorados que se ha dado en ciertos contextos. Además, este trabajo visibiliza los nombres y las experiencias de los marinos de la Armada y con ellos los exiliados “sin historia” que quedan ocultos en los análisis generales, frente a la atención prestada a los personajes relevantes dentro del mundo político o cultural.

Victoria Fernández Díaz

lunes, 5 de julio de 2021

¿Qué fue de ellos?





Hace poco en el FB de Benito Sacaluga, LA FLOTA DE LA REPÚBLICA (1931-1939), la entrada TRAS EL HUNDIMIENTO DEL "BALEARES", venía ilustrada por esta foto tomada el 7 de marzo de 1938, a bordo del crucero “Libertad”, con mandos de la Armada republicana posando cuando acababan de darle un buen zarpazo a la marina de guerra sublevada hundiendo su buque insignia. Benito nos daba la identidad de todos, cosa importante porque, en general, es dificilísimo conocer sus rostros.

Me pregunté qué fue de ellos al acabar la guerra. Como les ocurrió a los marinos que sirvieron en los buques republicanos, vieron sus vidas y sus carreras truncadas, aunque, indudablemente, algunos, los que pudieron justificar sabotajes o adhesiones a Falange, al Socorro Blanco o la Quinta columna, siguieron con su existencia en mejores condiciones que los otros. 










Nicolás Piñero Bonet, nacido en San Fernando en 1899. Capitán de Corbeta destinado a la Base Naval de Cartagena en 1936. Nombrado comandante del Almirante Miranda.  En 1938 era director de Tiro del E.M. de la Flota. Al terminar la guerra, pasó a Francia y estuvo en Paris hasta que pudo negociar su vuelta. Juzgado en 1940 en Consejo de Guerra fue condenado a seis años y un día (Ruiz, 233) y separado del cuerpo. Los hermanos Moreno (Moreno, 3240) dicen que era “partidario de los nacionales, colaboró con los rojos en destinos del Ministerio que en ocasiones saboteó.” 










Eugenio Porta Rico, nacido en El Ferrol el 03/11/1912. En 1936 era cabo de artillería en el “Libertad”. Es el único que no proviene del Cuerpo General. Fue promovido auxiliar alumno de Artillería y director del Tiro del “Libertad”. Por su actuación en el hundimiento del Baleares recibió a título personal la placa del valor (D.O 1938/03/21). Marchó con la flota el 5 de marzo de 1939 hasta Bizerta (Túnez). Estuvo en el campo de concentración de Meheri-Zebbeus. Salió de allí para trabajar en diferentes campos de trabajo. Vivió en Túnez hasta la independencia del país en que se fue a Francia. Casado con una española, tenía un hijo. Falleció el 8 de enero de 1987 en Périgueux, en Francia, y fue enterrado en Ferrol, como era su voluntad. Así se hizo y “por lo civil”, lo cual era aún poco corriente en aquella época. Su tumba fue pagada por sus compañeros de la Armada republicana (2).










José García Barreiro, nacido en San Fernando, Cádiz, en 1904. En noviembre de 1936 fue ascendido a capitán de corbeta y nombrado comandante del “Lepanto” (G.R.11/11/1936) y jefe de las flotillas de destructores (G.R.  26/12/1937). Era “uno de los oficiales de más acusada significación republicana (Cervera Pery, 365). Salió con la Flota de Cartagena el 5 de marzo de 1939 hasta Bizerta y fue recluso en el campo de concentración de Meheri Zebbeus e incluso fue su jefe durante unos meses, justo antes de su desmantelamiento (1). Después estuvo trabajando en el Servicio Central de los Trabajadores Españoles que estaba dirigido por el capitán de fragata Julián Sánchez de Erostarbe. Volvió a España en 1948 aunque la fecha no está comprobada. Fue juzgado y separado del servicio. Falleció en 1958 en Cádiz asesinado (2). 







Luís González Ubieta y González del Campillo, nacido en León en 1899. En julio de 1936 era capitán de corbeta al mando del “Ártabro”, surto en el puerto de Cartagena. El 19 de julio se hizo cargo del destructor “José Luis Díez”, logrando la rendición de los sublevados de Alicante el 22 de julio 1936 (Moreno, 211). En septiembre de 1936 fue nombrado comandante del crucero “Miguel de Cervantes” (Cervera Pery, 248). En diciembre de 1936 fue jefe de Estado Mayor Central de la Flota, siendo capitán de corbeta (G.R. nº364, 29/12/1936). En octubre de 1937 fue nombrado Almirante y jefe de la Flota hasta enero de 1939. En enero de 1939 fue nombrado jefe de la Base Naval de Mahón. Salió de España hacia Francia a bordo del Devonshide, buque inglés donde se fraguo la rendición de Mahón en febrero. Marchó a México en julio de 1940. Como miembro del Comité de Ayuda de los Marinos de Guerra firmó a lo largo de 1944 y 1945 mensajes de la Junta Suprema de Unión Nacional (3). Falleció en el hundimiento del barco mercante del que era comandante en diciembre de 1950.








Fernando Oliva Llamusi, nacido en Cartagena el 19 de abril de 1905. En julio de 1936 era teniente de navío y comandante del “torpedero 14” (Cervera Pery, 387), fugándose de Algeciras para incorporarse a la Flota republicana. Fue comandante del “Almirante Valdés” (G.R. 11/11/1936), habilitado capitán de navío, fue nombrado jefe segundo de la Flotilla de destructores en abril de 1938 y jefe del Estado Mayor de la base de Cartagena a finales de enero de 1939. Quintacolumnista notorio (Egea, 2016, 2020), jugó un papel importante en la sublevación de Cartagena del 4-5 marzo 1939 a favor de los franquistas. Después de la guerra sufrió juicio (causa160/1939), fue condenado y separado del cuerpo. Pasó un par de años en el penal de Cartagena y , más tarde, fue contratado como ingeniero en los astilleros de lo que fue la futura Bazán (Egea Bruno, 2020, p. 232).










José Núñez Rodríguez, nacido en Filipinas en 1899. En 1936 era capitán de Corbeta destinado en el Estado Mayor de la Base Naval de Cartagena. En marzo de 1938, nombrado capitán de Fragata, era jefe del Detall del Estado Mayor de la Flota. Nombrado segundo jefe del Estado Mayor de la Flota en noviembre de 1938. Según los hermanos Moreno formaba parte del Socorro Blanco y de Falange (Moreno, 3239) y entre la tripulación era notorio que sentía simpatías por los sublevados (2). Llegó a Túnez con la flota. Marchó a Francia en septiembre de 1939 (4). Volvió a España en 1942. Sufrió juicio (causa 20/1943) y condena de 6 años y separación del cuerpo (Moreno, 3239). 








Eugenio Calderón Martínez, nacido en Cartagena el 23 de enero de 1906. En julio de 1936 era teniente de navío. Fue nombrado comandante del Alcalá Galiano y del C-2. Ascendido a capitán de corbeta (D.O. 10/01/1938). La mañana del día 5 de marzo de 1939 estaba detenido en capitanía por los sublevados (Benavides, 387). Cuando la escuadra salió, el C-4 se dispuso a hacerlo también. En ese momento apareció Eugenio Calderón Martínez, su comandante, en el muelle.  El C-4, inmediatamente, hizo maniobra para atracar. Pero la operación, en situación tan tensa y confusa, se complicó y el C-4 chocó ligeramente con la proa en el muelle. Eugenio Calderón saltó a bordo y el submarino siguió a la flota, aunque un poco «averiado de proa” (2), hasta Bizerta, llegando un día después. Trabajó en el Arsenal francés de Bizerta y en las minas de Cap Bon. En la década de los 40’ su mujer (Manuela Ibáñez Iglesias) y su hijo (Guillermo) se reunieron con él en Túnez. En 1949 existe un expediente (5) que se abre por una posible vuelta a España. Algunos lo sitúan posteriormente en México, pero hay dudas. 



NOTAS:

  1. Centre des Archives Diplomatiques de Nantes, 2MI-565, fol.180. 
  2. Testimonios de los marinos Manuel Pedreiro y Francisco Díaz y Ponte Paseiro
  3. España Popular (México), 1944/03/31; 1944/05/26; 1944/07/21; 1945/06/14).
  4. Centre des archives diplomatiques de Nantes, 2MI-563, folios 400 y 402
  5. Archivo Naval de Cartagena, causa: 20/49.


Bibliografía

  • BENAVIDES, Manuel D. (1976). La escuadra la mandan los cabos, México D.F: Roca.
  • CERVERA PERY, José. (1978). Alzamiento y revolución en la Marina, Madrid: Editorial San                 Martín.
  • EGEA BRUNO Pedro Mª. (2016). “El final de la guerra civil: Cartagena, marzo de 1939”,                     Hispania Nova.
  • EGEA BRUNO, Pedro M. (2020). “Arturo Espa Ruiz (1905-1976). Trayectoria de la Quinta                   Columna en Cartagena”, Fundación Centro de Estudios Históricos e Investigaciones Locales Región de Murcia           
  • MORENO DE ALBORAN Y REYNA, Fernando y MORENO DE ALBORAN y REYNA,                    Salvador. (1998). La guerra silenciosa y silenciada. Madrid: autoedición.
  • RUIZ SIERRA, Manuel. (2005). Así empezó todo. Valladolid: AF editores