miércoles, 21 de diciembre de 2016

Pedro Prado Mendizábal, de la URSS a Cuba.




Pedro Prado Mendizábal fue un oficial del Cuerpo General comprometido con el gobierno de la República desde el primer día y que defendió la legalidad gubernamental hasta el último momento. Además, tuvo un exilio largo y azaroso.

Pedro Prado había nacido en Lugo en 1902. Ingresó en la Escuela Naval de San Fernando con 17 años y en septiembre de 1922, con 20 años, fue promovido alférez de navío e integró la División de instrucción de submarinos y la Escuela de Radiotelegrafistas.

Participó en la guerra de Marruecos a bordo del Almirante Lobo, Cíclope y el Alfonso XIII. Le fueron otorgadas durante la campaña la Cruz Roja al Mérito Naval y la Cruz Blanca al Mérito Militar.

Ya como teniente de navío fue destinado a la comisión de inspección y estuvo embarcado en el submarino C-4. Al proclamarse la II República, formó parte del equipo del Ministerio de Marina, como ayudante personal de Casares Quiroga, luego con José Giral y posteriormente con Lluís Companys. En octubre de 1933 volvió a los submarinos embarcando como 2º comandante  en el C-4. Pero en abril de 1936, con el triunfo del Frente Popular, José Giral, que se rodeó de marinos de su confianza, lo nombró en la secretaría técnica junto a Fernando Navarro Capdevila.

Días antes de la sublevación militar, en julio de 1936, Pedro Prado fue mandado a Cartagena como hombre de confianza de Giral para evaluar la situación y propiciar ciertos reajustes. Cuando,  en la madrugada del 18 de julio, Benjamín Balboa oyó en Ciudad Lineal, el mensaje de Franco dando el pistoletazo de salida a la sublevación militar, a quien primero informó, saltándose la cadena de mando, fue a Pedro Prado Mendizábal.

Fue nombrado Jefe de Operaciones de la Flota y fue el artífice de la constitución de Málaga como Base Naval. En aquellos momentos tan tensos, con oficiales arrestados, la formación de los Comités y la desconfianza de las tripulaciones, Pedro Pardo sopesó con clarividencia la situación e intentó componer una solución. Junto con otros marinos defendió que la base de Málaga fuera cabeza de puente para ocupar Algeciras, impedir el traslado de tropas del ejército de África, “pero desde las autoridades republicanas siguieron sin escucharles (1)”.

En noviembre de 1936 fue nombrado comandante del crucero Méndez Núñez cuando éste regresó de Guinea. En 1937 fue ascendido a capitán de corbeta. Fue mandado a Francia para hacerse cargo de los submarinos C-3 y C-4 cuyos mandos habían desertado en Francia.

En abril de 1938 fue  nombrado Jefe del Estado Mayor Central de la Marina hasta enero de 1939. En febrero de 1939, perdida la guerra, cruzó la frontera junto a las tropas del general Modesto hacia Francia.

Estaba casado con la cartagenera Elisa Fernández Meroño y habían tenido tres hijos, Jorge, Alberto y Rosina. Los dos chicos estaban, en los momentos finales de la contienda, acogidos en la URSS. Pedro Pardo, que tenía simpatías comunistas, marchó a aquel país en mayo aunque consta su petición al SERE para poder emigrar a México.

 En la URSS, ingresó en la Escuela del Alto Estado Mayor del Ejército Rojo, obtuvo el grado de coronel del Ejército Rojo y el de capitán de la Marina de Guerra soviética. Fue profesor de Táctica y Arte Operativo en la Academia Militar Voroshilov. Combatió y sufrió en el largo  asedio de Leningrado. En tiempos de paz Prado volvió a la vida civil y trabajó como traductor del ruso y del español. Escribió un Diccionario politécnico español-ruso (2).  
A principios de la década de los 60 siguió su exilio en Cuba donde fue asesor de la Armada y dirigió la revista Información Técnica y Científica Naval.

Era un hombre sin prejuicios. Cuentan que fue el primero, y seguramente el único oficial que se atrevía a ir en bicicleta por Cartagena antes de la guerra. Era criticadísimo por sus compañeros del Cuerpo General que consideraban que semejante medio de locomoción carecía de la dignidad que su rango requería.

Aún pudo volver a España donde falleció en septiembre de 1985.

(1) Cerdera, L. M. (2015). Málaga: Base naval accidental. Sevilla: Punto Rojo Ediciones, p142, 143
(2) Prado Mendizábal, P., (1964). Diccionario politécnico español-ruso. Moscú: Editorial Soviétskaia Entsiklopedia.


domingo, 20 de noviembre de 2016

Guillermo Campoy Zapata: exiliado, amnistiado y ejecutado.

Guillermo Campoy Zapata (archivo familiar)




Guillermo Campoy Zapata nació en Cartagena en 1913. Era el último de 8 hermanos. Su padre, José, era maquinista de la Armada y la familia vivía en la calle Santa Florentina. A los 20 años era alumno maquinista en prácticas y en 1935 fue ascendido a tercer maquinista.
El 17 de julio 1936  estaba embarcado en el Sánchez Barcáiztegui. Ese día, el destructor fue mandado, junto con los destructores Lepanto y Almirante Valdés,  a aguas del protectorado español de Marruecos con el fin de bloquear sus puertos. El comandante del buque, Fernando Bastarreche,  entró en Melilla para unirse a la rebelión, pero la tripulación forzó la salida del puerto y detuvo a la oficialidad sublevada, salvo el alférez de navío Álvaro Calderón. Guillermo Campoy tomó parte activa en esta acción en defensa del gobierno legalmente constituido.

Durante la guerra Guillermo Campoy estuvo embarcado en el Jorge Juan y en el Ulloa. Fue ascendido a teniente maquinista en 1937 e ingresó en la Escuela Popular Naval.  En una carta escrita a su familia dice: “De la guerra no os cuento nada porque me pasa lo que a todo el mundo que tenga vergüenza, esto es: deseando que termine pero después de haber ganado” (1).

Pero no ganó. Tuvo que salir de Cartagena con la Flota a bordo del Cervantes el 5 de marzo de 1939. Llegó a Bizerta el día 7 y el 12 fue mandado al campo de concentración de Meheri Zebbeus. El día 30 de marzo las autoridades francesas hicieron leer públicamente un documento que había llegado en nombre del contralmirante franquista Salvador Moreno. Era un llamamiento para que volvieran a España, donde no tenían nada que temer los que no tuvieran «las manos manchadas de sangre». Se les otorgaba una amplia amnistía.

Guillermo Campoy no estaba implicado en ningún delito. No tenía nada que reprocharse ni que temer. Entre los compañeros había dudas pero Guillermo decidió volver. Al día siguiente marchaba de nuevo a Bizerta y embarcaba en el Marqués de Comillas rumbo a Cádiz. Todos los marinos que volvieron fueron internados en el campo de concentración de Rota donde debían pasar ante una Comisión Clasificadora que pedía informes al Ayuntamiento, a Falange y a la Guardia Civil de todos los lugares por donde había pasado el “encartado”. Además, siempre se pedía encarecidamente el informe del SIP (Servicio de Información del Personal). Éste actuaba un poco como la Inquisición: acusaba sin aportar pruebas, sus acusaciones eran pruebas suficientes.

El eficaz SIP de Cartagena mandó un telegrama el 10 de junio, apenas un mes después de su llegada a Cádiz, con el siguiente texto: “Estaba embarcado en el Sánchez Barcáiztegui cuya dotación se sublevó contra el mando tomando parte este maquinista en la detención de los oficiales PUNTO Gran elemento del Partido Comunista propagandista destacadísimo PUNTO Formó parte de los Comités PUNTO Sus servicios fueron voluntarios PUNTO Considerado indeseable PUNTO” (2). Hemos subrayado la aberración de que la “dotación se sublevó contra el mando”, ya harto conocida, pero que no deja de asombrar por la desfachatez: los rebeldes fueron los militares que se sumaron y apoyaron el golpe militar franquista y no al revés.

Las acusaciones del SIP pesaron sin duda lo suficiente como para que se le incoara un proceso que terminó en condena a muerte.

El 4 de noviembre de 1939 escribía a su hermana Carlota: “De mí no tengo nada que contarte”. Espera salir libre después del marido, también encarcelado, de su hermana, “porque de esta forma al salir no tendré que pensar más que en tratar de ser todo lo feliz posible. Tú ten paciencia que todo llegará…”(1).

Guillermo Campoy Zapata murió unos días después, entre el 7 y el 11 de noviembre de 1939 en el  penal de Cuatro Torres a los 26 años. La fecha no es del todo segura ya que ni siquiera fue inscrito su fallecimiento en el Registro Civil. Fue arrojado a una fosa común y a día de hoy su familia aún no sabe dónde está enterrado, como otras miles de familias. Ni siquiera es seguro que fuera fusilado, paseado o asesinado en el penal como parece demostrase unos años más tarde.

En 1956, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo le abre expediente “para proceder a la depuración comunista”(3).  Lo primero que hace el Tribunal es interesarse por su paradero. Pero tras varias indagatorias se le informa que “se tienen noticias de que fue condenado a muerte, no sabiendo con certeza si fue ejecutado o murió en la Prisión de Cádiz por el año 1940 aproximadamente” (3). En el SIP de Cartagena consta que se hizo entrega de sus pertenencias a su familia en junio de 1940, con lo cual piensan que está fallecido pero no hay prueba documental de ello.  Ante tal deficiencia documental, el Tribunal procede “al sobreseimiento provisional sin perjuicio de su continuación si en lo sucesivo hubiera méritos para ello” (3).  Sin comentario.

Foto: archivo familiar de su sobrino-nieto Salva Solano Salmerón 
1. Cartas publicadas por su sobrino-nieto Salva Solano Salmerón. http://www.votaycalla.com/cartas-preso-franquista-depurado/#.WCTLS_nhDIW
2. Archivo Naval Cartagena, expediente SIP nº 1058
3. ARMH, TERMC, número del tribunal 54.408; Sumario 386/56. 

martes, 25 de octubre de 2016

David GASCA AZNAR, contando los días del exilio.


David Gasca nació en Zaragoza en 1909. Vio por primera vez el mar en Cádiz a la edad de 6 años, cuando su familia embarcó hacia Canarias, siguiendo los destinos de su padre militar.   
Con 15 años, en 1924, aprobó los exámenes para Ingeniero Naval en la Academia de Ingenieros y Maquinistas de El Ferrol y, un año más tarde, con 16 años, aprobó los exámenes para ingresar en la Escuela Naval de San Fernando, en Cádiz. En 1925 fue promovido a Guardiamarina y en 1927 era ascendido a Alférez de Fragata. Dos años más tarde era Alférez de Navío. Tenía 20 años.

El día de la proclamación de la República estaba en Cartagena, a bordo del crucero Méndez Núñez. Como él recordaba, por la tarde salió del Arsenal. Todo estaba tranquilo. En el Centro Republicano, al final de la calle Mayor, habían izado la bandera republicana.

En 1932 ingresó en la Escuela de Hidrografía del Instituto y Observatorio de Marina de  San Fernando y en abril de 1935 era nombrado Ingeniero hidrográfico. Embarcó en el cañonero Laya pero unos meses después se unió a un proyecto científico, lleno de promesas, la Expedición Iglesias al Amazonas. Pasó a depender del Ministerio de Instrucción Pública y embarcó en el Ártabro, fondeado en Valencia y comandado por Luis González Ubieta. Como la salida de la expedición se retrasó, David Gasca se inscribió en el Instituto Español de Oceanografía para estudiar biología, oceanografía y química de la Mar. El once de junio de 1936 terminó sus estudios y se reincorporó a su buque.

El día de la sublevación, David Gasca estaba en Cartagena, a bordo del Ártabro. El 21 de julio fue nombrado Comandante del buque hidrográfico, mientras González Ubieta lo era del José Luis Díez. Y el 30, salió hacia Málaga donde el Ártabro fue transformado en buque-hospital. En enero de 1937, fue destinado al buque planero Tofiño para reponer o poner al día las cartas marinas que desaparecieron al principio de la guerra. Unos meses más tarde, tomó el mando del Almirante Miranda. Fue ascendido a Teniente de Navío por antigüedad y habilitado Capitán de Fragata. Participó en el combate de Cullera, de Cherchel y en el de Cabo Palos. En el combate de Cabo Palos, el 6 de marzo de 1938, en que el recién estrenado Baleares fue hundido por la Escuadra republicana, David Gasca era comandante accidental a bordo del Lepanto por enfermedad Valentín Fuentes, su comandante. Aunque no hay certezas, se piensa que los obuses de su buque, junto con  el fuego del Libertad, fueron los que hundieron el buque sublevado. En sus memorias cita a los telemetristas José Tembrás López y Jerónimo Bouza Vila que contribuyeron con su buen hacer al éxito de la empresa. Por su actuación en el combate recibió, a título personal,  la Placa del Valor.

Era redactor de la sección técnica en el periódico Marina.

El 5 de marzo de 1939 salió de España a bordo del Miranda junto con la Escuadra. Desembarcó el 29 de marzo en Bizerta ya que se quedó en “su” destructor  hasta el final, por considerarlo su deber. “Desde el momento de llegar a Bizerta”, afirma, “me di cuenta de lo que ya había perdido: Familia, Patria, carrera, prestigio de uniforme, autoridad” (1).

Fue mandado al campo de Meheri Zebbeus. El día 1 de mayo que era un día frío y ventoso, marchó a Kasserine para contribuir a montar una granja agrícola cerca de la ciudad, con el pomposo título de Ingeniero. El mismo confesaba que “nunca supe nada de agricultura y diferenciaba una patata de un rábano cuando estaban en el plato” (1).

Más tarde, agotadas las posibilidades de salir hacia México, encontró en las minas de Cap Bon un trabajo como topógrafo. En 1951 siguió con el mismo oficio en las minas de Djalta hasta los años 60 en que fue nombrado por el Gobierno de la República su delegado en Túnez. A partir de entonces, siempre se ocupó de los refugiados, contando con el amparo de ACNUR. En 1962 ingresó en el recién creado Office National des Mines de Túnez, donde realizó el primer atlas de minas del país. También dio clases de matemáticas y español. Tras treinta años en Túnez, marchó a Francia en 1969.

El exilio se hizo eterno y amargo para David Gascaenamorado de su carrera y un estudioso (…) que aprovechaba todas las coyunturas para ampliar sus  ya amplios conocimientos” (2).




David Gasca Aznar contabilizó uno a uno los días de su exilio hasta su muerte en Sanary-sur-Mer, junto al mar, el 30 de abril de 1985. Nunca volvió a España.



(1) Memorias mecanografiadas de David Gasca.

(2) “Ha fallecido el prestigioso marino don David Gasca”, Bernardo Simó quien fue Comisario político del Almirante Miranda. 





viernes, 7 de octubre de 2016

José Rosique Solano, en el ejército británico



José Rosique Solana (arcivo familiar Rosique Solana) 


Hoy, hablaremos de un joven marinero que terminó en Gran Bretaña, enrolado en el ejército británico. También nos asomaremos de puntillas a otro aspecto del exilio normalmente olvidado, lo que supuso este exilio para las compañeras que se quedaron, las “esposas de los rojos”. 

José Rosique Solano nació en La Aljorra, Cartagena, el 8 de diciembre de 1916. Provenía de una familia humilde de 7 hermanos que vivía del campo. En el censo provincial de 1924 José tiene 8 años y se precisa que trabaja como pastor, junto con su hermano mayor de 13 años.

Cuando le toca hacer el servicio militar, en 1936, lo hace por su turno de reemplazo en Marina. Es destinado al destructor Gravina, donde será marinero cocinero. En octubre de 1938, con 22 años, se casa con Carmen Martínez Moreno. Viven en la calle San Fernando de Cartagena. Un día de 1939, tras el último bombardeo sobre Cartagena, Carmen al volver a casa, se encuentra la puerta de su casa tiroteada. José no está. Aterrorizada se fue andando a la casa de sus padres en La Aljorra. Durante tres años, no supo qué le había ocurrido a su marido. Ese día, el 5 de marzo de 1939, José Rosique Solana había salido rumbo al exilio a bordo del Graviña.

Al llegar a Bizerta, el comandante del destructor, Ruiz de Ahumada, confeccionó una lista de toda la tripulación con anotaciones sobre sus ideologías para entregarla a las autoridades franquistas. A José Rosique le puso el calificativo de “rojo” (1). 

Como todos los marinos que llegaron a Túnez, José fue internado  en el campo de concentración de Meheri Zebbeus. Unos meses más tarde, encuadrado en una Compañía de trabajo, fue mandado a Kasserine donde los marinos hicieron de hortelanos para transformar un gran secarral en una granja agrícola.  El trabajo era duro. Al principio dormían en tiendas, ya que no había nada. Lo primero que tuvieron que hacer fue construir casas. Se les advirtió que no tendrían sueldo hasta ver cuál era su comportamiento. Luego, cuando demostraron que no eran unos maleantes, les pagaban siete francos, lo cual es un salario muy inferior al normal (2). También es cierto que con el tiempo gozaron allí de una semi libertad que les permitía ir a la ciudad de Kasserine sin escoltas ni guardias. Años más tarde, a José le gustaba, como a todos sus compañeros, contar a su familia anécdotas graciosas, en vez de las penalidades o humillaciones. Por ejemplo, de Kasserine recordaba que tenía un camello que le seguía a todas partes, como si fuera un perro, al que llamaba Kasini.
José Rosique Solano,  en el ejército británico
(archivo familiar Rosique Solana)

 Pasó por varias vicisitudes, sobre todo cuando Francia firmó el armisticio. Entonces Túnez quedó bajo la jurisdicción de la Francia colaboracionista de Vichy y los alemanes e italianos ocuparon Túnez. Los republicanos españoles quedaron sin ninguna protección, sobreviviendo como pudieron.

Después del desembarco en el norte de África de las fuerzas aliadas, en noviembre de 1942, los americanos y británicos fueron reclutando voluntarios para incorporar a sus fuerzas. Así es cómo José Rosique se alistó en el ejército británico en Argel en junio de 1943. Exactamente, se alista en Los Pioneer Corps en la Compañía 363, con el número 13809955, como soldado raso. No fue el único marino que se alistó con los ingleses en diferentes cuerpos: los auxiliares alumnos de artillería Jerónimo Bouza Vila y Alfredo Martí, el fogonero Ángel Cobelos, los auxiliares alumnos de radio Eduardo Alcobilla Fernández y Ángel López Cinza o el auxiliar segundo de radio Juan Vicens Adrover. Sobre algunos de ellos volveremos en otra ocasión.

José Rosique Solano marchó al Reino Unido y siguió enrolado durante la IIª Guerra Mundial en posiciones de retaguardia.  

Tres años después de salir de España había podido mandar una postal a una hermana de su mujer preguntándole por su “prima Carmen”. Así supieron que estaba vivo y en África. Siguieron manteniendo alguna correspondencia hasta que un día “llamaron a Carmen desde la Comisaria de Cartagena donde acudió atemorizada. El Comisario le enseño un montón de correspondencia de su marido, cogida con chinchetas en un tablero. Había sido intervenida, el Comisario cogió las cartas una por una y las rompió delante de ella, diciéndole: ‘¡¡mira lo que hacemos con los traidores!!’ Ella no pudo más que llorar pero la dejaron marchar a casa. (3)

Carmen, para sobrevivir, estuvo trabajando en un restaurante, cerca del Ayuntamiento, llamado “Casa Pepe” y, ahorrando peseta a peseta, pudo hacerse un pasaporte que tardó más de un año en recibir. Un día, siete años después de la marcha de José, se enteró de que había en el puerto de Cartagena un barco cargado con naranjas cuyo destino era Londres. Sin pensarlo, cogió una pequeña maleta y se plantó ante el patrón del barco para que la dejase subir. Así lo hizo y, a los ocho días, por fin se reencontró con su marido, impresionante con su uniforme inglés, según recordaba. Cruzaron un Londres en ruinas hasta llegar al pisito donde le esperaba una sorpresa: una maleta repleta de raciones de chocolate Cadbury´s que José le había ido guardando.

José Rosique Solano fue desmovilizado en 1947 y pasó a la reserva con la calificación de “conducta ejemplar, trabajador cualificado y experto en la construcción, enérgico, abstemio y sobrio a la vez que totalmente de confianza”. Trabajó en la fábrica de bombillas Osram de Londres hasta que se instalaron en Derby, donde nacieron sus dos hijas. Volvieron a España tras 22 años de exilio.


(1)  Así empezó todo, Ruiz Sierra, p.214
(2) Recuerdos de Alfredo Martí en conversación de septiembre de 2005.
 (3) Testimonio aportado por sus hijas Mary e Isabel en julio de 2010.

Fotos del archivo familiar de Mary e Isabel Rosique


lunes, 19 de septiembre de 2016

Tomás Acción Golpe, las ultimas salidas a Oran.

Tomás Acción Golpe (Archivo familiar de Moisés Acción Portela)




Tras la salida de la Flota el 5 de marzo de 1939, miles de republicanos partieron desde las costas de Alicante, Cartagena y Almería hacia Oran. Utilizaron todo tipo de embarcaciones. Algunas eran de la Armada, generalmente guardacostas, dragaminas o buques aljibes.

Uno de los primeros buques en llegar fue el Tramontana, un antiguo bacaladero artillado que durante la guerra estuvo a las órdenes directas de Indalecio Prieto en misiones especiales. Su tripulación era en su mayoría vasca y cántabra. Llegó el día 6 de marzo a Oran con un centenar de refugiados. El mismo día arribó también el buque transporte S.A.C. nº2 con unos 30 refugiados y, unos días más tarde, desde Alicante, el buque cisterna Algibe nº2. En días sucesivos sabemos de varios guardacostas o dragaminas que salieron con tripulaciones y civiles. Los dos últimos días de marzo, llegaron a Oran el guardacostas V-24 con más de 300 refugiados, el V-31 desde Almería con casi 100 personas a bordo y, desde Cartagena, el V-26 y el Campilo. En la madrugada del 31 llegarán 6 pequeñas embarcaciones, entre ellas los dragaminas D-177 y el D-204 tras un viaje particularmente angustioso por sufrir una tempestad. 

Es difícil, en estas condiciones improvisadas y accidentadas, saber cuántos marinos iniciaron su exilio en Argelia. Sabemos por testimonios o memorias de la llegada a las costas Oranesas de unos pocos, como los marineros Teodoro Alluntis Asla y Ángel Landa Sierra, los Auxiliares alumnos de Artillería Victoriano Barroso Fernández, José Mosquera Lorenzo y Víctor San Telesforo Villar, el Teniente Coronel Artillería de la Armada Esteban Calderón Martínez, el Coronel de Ingenieros de la Armada Félix Echevarría Alegria, el Teniente médico Luis de Frutos Herguedas, el Alférez de Navío de la Reserva Naval Luis Goicoechea Eguía, el Oficial 2ª Naval Francisco Llorca Santiago,  el Auxiliar Naval Ramón Prados Pita, sin olvidar a los dos médicos de la Armada, Ramón García Cerviño y Luis Martín Gromaz, que pudieron salir en el legendario Stanbrook.

Los destinos de estos hombres fueron muy dispares. Hoy seguiremos el itinerario del Comandante de  Máquinas Tomás Acción Golpe.  Este gallego de Iñas, nacido en 1898, se presentó a los exámenes de ingreso en el cuerpo de maquinistas de la Armada el 10 de julio de 1916. Después de superar las prácticas reglamentarias, ingresó oficialmente en el Cuerpo el 1 de enero de 1918. En 1921 pasó por la Escuela de submarinistas. En 1930 aprobó los exámenes de la Academia de Ingenieros Navales para maquinistas oficiales. También acredita su inquietud profesional el hecho de que en 1935 siguiera un curso de especialidad de motores de combustión interna que eran de reciente creación.

En julio de 1936 estaba destinado en el Jaime I como Oficial de Máquinas, ocupando la segunda jefatura de Máquinas. Cuando el acorazado fue tomado para la República, todos los oficiales fueron detenidos, pero, pasados los primeros momentos, fueron liberados los oficiales de convicciones republicanas: Tomás Acción, Benito Sacaluga y Ricardo Castro Calvelo.

Tomás Acción siguió colaborando activamente durante toda la guerra con la causa de la República. Fue miembro del Comité del Jaime I y presidente del segundo Comité por votación unánime durante cuatro meses. Hasta la explosión del Jaime I fue  colaborador y director del periódico Amanecer que se editó en el propio acorazado a partir de enero de 1937.



 En octubre de 1937 fue ascendido a  Comandante de Máquinas (D.O. nº 246, pág. 86). Unos meses más tarde fue nombrado Comisario político del Lazaga y colaboró muy activamente en la Casa Gallega de Cartagena y en la emisora de la Flota en una emisión dedicada a Galicia. En 1938 fue nombrado Inspector de Trabajos en los Buques de la Zona de Levante y, por fin, en diciembre de 1938 fue designado Jefe de Máquinas del crucero Libertad. El Servicio de Información del Personal (SIP) –franquista- lo consideraba “indeseable para la Causa Nacional” y le acusaba, entre otras cosas, de dirigir “la palabra a la marinería en términos revolucionarios” y de ser “completamente rojo”(1).  

El 5 de marzo de 1939 no pudo salir con la Flota porque esa madrugada fue detenido como otros muchos marinos y republicanos en el Cuartel de Infantería por las fuerzas sublevadas de Cartagena. Allí se quedó dos días hasta que fue liberado por las fuerzas republicanas de la 206 Brigada Mixta mandadas desde Valencia para liberar la ciudad. Salió de Cartagena el 28 de marzo de 1939 en el guardacostas V-24, cuando ya todas las esperanzas estaban agotadas.

Como miles de republicanos fue mandado a los terribles campos de trabajo de Argelia. En primer lugar, al camp Morand, cerca del pueblecito de Boghari, al este de Argelia. Era un antiguo campamento militar formado por 12 grandes barracas de madera sin suelo por donde se estima que pasaron unos 5000 republicanos, vigilados por gendarmes y una compañía de soldados senegaleses. Al calor sofocante se añadieron unas condiciones higiénicas deplorables y escasez de agua y comida.  Allí los republicanos tuvieron que integrar forzosamente el 8º Regimiento de Trabajadores Extranjeros para trabajar en la construcción del Transahariano, una línea de ferrocarril que debía unir todas las colonias francesas hasta Níger. Los trabajos del Transahariano empezaron  en el oasis de Bou Arfa, en el Marruecos francés, y a lo largo de la futura línea que unirá Bou Arfa con Colomb-Béchar y las minas de Kenadsa se fueron distribuyendo las compañías del 8.º Regimiento. Tomás Acción Golpe fue mandado a Bou Arfa y a  Colomb-Béchar.


En el centro, Tomás Acción Golpe en Bou Arfa (Archivo familiar de Moisés Acción Portela).



De aquel infierno, Tomás cuenta: “Horizontes de picos y palas, clima duro, tierras calcinadas por un sol Africano y bárbaro como sus naturales. Trabajo de esclavos de la época de los galeotes. Carentes de agua, de higiene. Escasos de ropas y calzados. Comida deficiente…Trato inhumano; y nubes…muchas nubes de polvo y arena que ciegan la vista y oprimen los pechos y ahogan los pulmones” (2).

En los campamentos de Bou Arfa son detectadas “actividades comunistas” en junio de 1941. La primera medida que toman las autoridades para atajar dichas actividades es mandar a Tomás Acción Golpe junto con el también marino, fogonero preferente, José Yúfera García y el tenor Vicente Sempere al campo de Missour, en el interior de Marruecos.  

Finalizada la IIª Guerra Mundial, Tomás vivió en Casablanca. Falleció en aquella ciudad el 26 de abril de 1947. Tenía 49 años y pagó sin duda con una muerte prematura los malos tratos recibidos en los campos del Norte de África. Fue enterrado en el cementerio de Ben M´Sick.


1. ANC, Expediente de Tomás Acción Golpe.
2. Texto de Tomás Acción Golpe, mandado amablemente por su sobrino nieto Moisés Acción Portela. Además, Tomás dejó escritas unas memorias “Por la estela del navío. Historia triste de una revolución alegre”, Casablanca, 1941.
Fotos de Tomás Acción Golpe de la colección familiar de su sobrino nieto Moisés Acción Portela.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Manuel López Pinal, morir en Meheri-Zebbeus

Manuel López Pinal cuando era cabo de radiotelegrafía.

Manuel López Pinal nació en Carballino, Orense, en 1913, aunque desde pequeño vivió en O Grove, Pontevedra. Su padre fue concejal republicano en el ayuntamiento de este municipio.

En 1929 ingresó en la Armada y se especializó en radiotelegrafía. En julio de 1936 era cabo radiotelegrafista y estaba embarcado en el Jaime I.

Desde el inicio del intento de golpe de Estado militar, el oficial 3º radiotelegrafista Benjamín Balboa, desde Ciudad Lineal, fue poniéndose en comunicación con los buques de la Flota invitando a las tripulaciones a estar alertas y a tomar los barcos para defender la República, si los mandos se sumaban a la sublevación. En la mañana del día 20, el Jaime I iba de Vigo a Cádiz. En la sala de radio estaba de guardia Manuel López Pinal junto al también cabo radiotelegrafista Antonio Gili Carbonell. Recibieron la información de Benjamín Balboa y oyeron comunicaciones de los otros buques de la Flota. Fueron ocultando los partes oficiales encriptados que conminaban a los jefes y oficiales a unirse a la sublevación, y a arrestar a los propios cabos radiotelegrafistas. En un momento dado, Benjamín Balboa transmitió al Jaime I: “No aguardéis más”. Desde el acorazado, Manuel López Pinal contestó: “Estamos preparados, ¡Viva la República!”. Y así fue. Las clases, cabos y marinería fueron tomando poco a poco el buque, enfrentándose a la resistencia armada de los jefes y oficiales.

A lo largo de los tres años de guerra, Manuel López Pinal siguió comprometido activamente con la defensa de la República. Formó parte de tres Comités de Gobierno del Jaime I y fue delegado del mismo en el Comité Central de la Flota. Cuando los Comités desaparecieron, fue nombrado Comisario del Lazaga. Fue promovido Auxiliar Alumno Radiotelegrafista en 1937 y, durante unos meses, fue locutor en la emisora de la Flota republicana en los programas dedicados a Galicia. Destinado al Estado Mayor, le fueron encomendadas misiones de confianza a las órdenes directas del almirante González de Ubieta.

El 5 de marzo 1939 marchó al exilio a bordo del Miguel de Cervantes. Desde Bizerta, en Túnez, formó parte del primer contingente que fue autorizado a bajar a tierra el 12 de marzo. Marcharon al campo de concentración de Meheri Zebbeus a unos 300 km. a las puertas del desierto. Era una especie de poblado medio derruido en torno a una antigua mina de fosfato cálcico. Las casas estaban vacías, sin puertas ni ventanas. No había agua ni electricidad ni letrinas. Ellos mismos fueron poniendo en marcha una acometida, cavando zanjas para las letrinas e instalando puntos de luz. La situación sanitaria no fue catastrófica porque organizaron la enfermería con los botiquines que habían traído de los barcos. Al frente estaba el doctor Ernesto Marcos Rodríguez y el auxiliar graduado de Sanidad Salvador Daporta García.

Durante el mes de agosto, Manuel López Pinal contrajo el tifus. Fue llevado al hospital militar de Sfax en un intento de salvarle la vida, pero no pudo ser. Falleció a las cinco de la madrugada del 26 de agosto de 1939. Fue enterrado en el cementerio de aquella ciudad. 

Su compañero, el auxiliar alumno radiotelegrafista Antonio Gili Carbonell guardó todos sus efectos personales con la esperanza de poderlos entregar algún día a su familia, tal y como relata en una carta enviada a su casa, en la que expresaba su “esperanza de que el mundo en que vivimos se arregle*”.


*Texto cedido amablemente por Xosé Manuel López Franco.

Foto: Archivo familiar de Xosé Manuel López Franco

miércoles, 24 de agosto de 2016

Salvador Maturana, de La Unión a Berschtesgaden pasando por Bizerta

Salvador Maturana Salvador, señalado con una cruz, en la en la Duodécima compañía,
de apoyo (CA), del 3/RMT de Leclerc



Salvador Maturana nació el 29 de diciembre de 1911 en La Unión, cerca de Cartagena.

El 2 de enero de 1931 ingresó en la Armada. Alcanzó el empleo de Cabo de Artillería el 30 de enero de 1934 y fue nombrado apuntador horizontal en el Almirante Valdés.

Durante la guerra estuvo embarcado en el destructor Almirante Antequera. En 1937 fue promovido Auxiliar Alumno de Artillería y después de los cursos correspondientes y reglamentarios en la Escuela Naval Popular de Cartagena fue promovido Alférez de Navío y Teniente de Navío, lo que le permitió ser Director de Tiro de Artillería en el destructor Almirante Antequera. Daba charlas semanales en el Hogar del Marino.

Salió de Cartagena con la Flota el 5 de marzo de 1939. Llegó a Bizerta y fue internado en el campo de concentración de Meheri-Zebbeus. En aquel campo era conocido entre sus compañeros por su “manía” de fugarse. Las fugas suponían días o meses a pan y agua en el calabozo. Pero no lo consiguió.

En julio de 1939 fue mandado con otros 280 marinos a la 7ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, anexionada al 1er Batallón de Infantería Ligera, conocido más comúnmente como el batallón disciplinario. Los mandaron al desierto de Gabès, cerca de la frontera con Libia, ocupada por los italianos de Mussolini a construir en condiciones infrahumanas una vía estrecha de ferrocarril  a pico y pala.

Cuando la Francia de Pétain firmó el armisticio con la Alemania nazi, el grupo de Gabès fue mandado a Argelia, concretamente a Khenchela, en la zona del Aurés a construir una carretera en la montaña. El invierno es tan crudo que se quedan aislados por la nieve y sólo tienen para comer bellotas hervidas. Es muy posible que Salvador Maturana consiguiera escapar de este campo.

Cuando los aliados desembarcaron en África, el 20 de noviembre de 1943, se formó una unidad militar francesa, distinta del ejército (que, recordemos, había recibido a tiros a los aliados), llamada Corps Franc d’Afrique para poderse unir a las fuerzas aliadas en su avance contra las fuerzas del Eje. Este Cuerpo estaba integrada por franceses resistentes (que habían sido expulsados del ejército francés), judíos franceses a los que las leyes de Vichy impedían alistarse, árabes formados por el ejército francés, extranjeros que provenían de la Legión y republicanos españoles que procedían de todos los lugares donde habían sido  internados o donde vivían más o menos clandestinos en Argelia, como en el caso de Salvador Maturana.

Los españoles y numerosos marinos se integraron en la Novena Compañía del III Batallón que tenía al frente al que fue almirante de la Flota republicana, Miguel Buiza. Los Marinos tenían claro que seguían la misma lucha contra el mismo enemigo. Lucharon contra el African Korps en la campaña de Túnez y a esta compañía le cupo el honor de liberar, el 8 de mayo de 1943, la ciudad de Bizerta tras una encarnizada lucha. Por su valeroso comportamiento fueron nombrados en la Orden del Ejército francés y algunos marinos recibieron la cruz de Guerra en distintos grados.

Vencidas las fuerzas alemanas e italianas en África, en julio de 1943, el Corps Franc se disolvió y las FFL (Forces Françaises Libres) de De Gaule formarían en Marruecos el Regimiento de Marcha del Tchad (RMT) que en el mes de agosto se transforma en el regimiento de infantería de la 2ª División Leclerc. Dentro del 3er Batallón de este regimiento, la Novena Compañía del Corps Francs se transforma en la Novena del 3/RMT y es tan española que la llamaban directamente en castellano “La Nueve”. Salvador Maturana se incorpora en la Duodécima compañía, la de apoyo (CA). En ésta, es instructor en la sección de obuseros de 75 de la CA del 3/RMT. Son unos carros ligeros equipados con un cañón corto de 75 milímetros que sirven de apoyo.

Como Salvador Maturana tenía buena letra, junto con otro republicano, Bamba, pintará los nombres de los halftracks de la Novena con los nombres de las batallas de la guerra de España: Ebro, Brunete, Madrid, Guadalajara, Teruel y, por la admiración que le profesaban bautizan a uno de estos vehículos como Amirante Buiza

El 24 de agosto de 1944 entró la primera tanqueta de la Nueve en París por la Porte d’Italie. Se llama Guadalajara. Al día siguiente, hacia el mediodía, Salvador Maturana entró con el resto de la División. El sábado 26 de agosto fue el día del desfile por los Campos Elíseos con Charles de Gaulle y Leclerc a la cabeza. Salvador recordaba con particular emoción el alto que hizo con su carro al pie de las torres de Notre-Dame. Cuando se vio allí pensó que pronto volvería a España, que por fin habían vencido al fascismo.

En septiembre debieron reemprender la marcha hacia Alemania integrados dentro del ejército americano. Su ruta fue un rosario de duros combates, Andelot, Dompaire contra la 112ª Panzer-Brigada, Châtel, Vaxoncourt, Vacqueville contra una de la más prestigiosa unidad de la Wehrmacht, Badonviller hasta que penetraron en Estrasbourgo. En febrero fueron mandados a Chateauroux, luego redujeron la bolsa de Royan y en abril 1945 cruzaron el Rin y llegaron al Danubio. Desde allí, se dirigieron a los Alpes y  llegaron hasta Berschtesgaden, la guarida del Hítler, el Nido de Aguila.


En Berschtesgaden, la División Leclerc se deshizo. Salvador Maturana volvió a París. Allí conoció a su mujer, Luisa, hija de exiliados. Tuvo una hija y vivió en Francia hasta que pudo volver a España, a Cartagena, hasta su fallecimiento hace unos años.     


Foto: Salvador Maturana es el tercero por la izquierda, marcado con una cruz. 
Archivo familiar Salvador Maturana.  
      

viernes, 5 de agosto de 2016

Vicente Criado, sobrevivir al infierno de Mauthausen

Vicente Criado Gabeiras en el Lepanto (Archivo V. Fernández Díaz)



El alférez de navío (habilitado) Vicente Criado Gabeiras entró en Mauthausen en diciembre de 1941. Su número de matrícula era el 4783. Y salió vivo.
Este gallego, nacido en 1914, había ingresa en 1930 en la Escuela de Aprendices Marineros con 16 años.  El golpe de Estado militar de julio de 1936 lo sorprendió a bordo del destructor Lepanto donde era cabo especialista de Marinería, ocupando el destino en puente de Guarda-Banderas. Se mantuvo fiel a la República.
En noviembre de 1937 fue promovido Auxiliar alumno de Marinería y destinado a la base naval de Portman para hacerse con el manejo de las cuatro lanchas torpederas que vendió la URSS a España. Fue comandante de la Lancha nº31.   

El final de la guerra le sorprendió en Cataluña, con las lanchas. Junto a medio millón de españoles  marchó a Francia huyendo de la muerte y la destrucción. Inició entonces un largo periplo que debutó en el campo de Argelès-sur-Mer.

Siguió el destino de miles de españoles que fueron internados en campos de concentración, arrastrados a la primera línea de fuego de la guerra de Francia en una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE), abandonados a su suerte al caer Francia y entregados a los nazis, sin protección internacional, solos. 

Vicente Criado cayó en manos de los alemanes el 4 de junio 1940, cerca de Dunkerque.  Los españoles, junto con los militares franceses, fueron conducidos hasta el Stalag de Krems-Gneixendorf, uno de los más grandes campos de prisioneros del IIIº Reich en Austria. Allí fueron tratados, en un primer momento, como prisioneros de guerra. Pero un día anuncian a los españoles un traslado.  No saben dónde. En la misma estación del stalag ven por primera vez los uniformes negros de las SS  que, junto al ladridos de sus perros, los conducen directo al infierno.

Mauthausen es un campo de exterminio, reservado a los detenidos considerados por los nazis como irrecuperables.

       Al entrar en el campo eras despojado de todo. Ya no eras dueño de nada. Te afeitaban de pies a cabeza con máquina, te daban un traje de rayas, un gorro redondo, una placa de aluminio atada con alambres a la muñeca. Había que aprenderse bien ese número en alemán porque te iba la vida en ello (*).

Su número era el 4783.

Allí no moría nadie por enfermedad. No se dejaba morir a nadie. Todos eran asesinados. Éramos destinados a la eliminación total y mientras, nos aprovechaban. Porque los SS cobraban por la mano de obra que aportaban a la cantera donde trabajábamos (*).

Vicente Criado Gabeiras logró sobrevivir, “con mucha suerte” según recordaba. Estaba vivo pero con la salud destrozados de por vida. A su salida de Mauthausen estaba irreconocible. Pesaba 35 kg y se había quedado calvo. Le habían extirpado un pulmón a consecuencia de un «experimento» en la enfermería del campo. Pensaban que no podría vivir.

Estuvo ingresado en un sanatorio de Monvielle. No podía comer. Una enfermera, con la que se casó más tarde, Justa, fue alimentándole gota a gota y así, poco a poco, con mucha paciencia, lo fue sacando adelante.

Vivieron y trabajaron en Suiza. Tuvieron una niña que murió joven. Cuando se jubilaron se compraron una casa en Saint Jean de Luz. Desde una de sus ventanas Vicente Criado veía las estribaciones de los Pirineos. “Detrás, decía con una sonrisa y brillos en los ojos,  está España”.



(*) Entrevista realizada el 20 de septiembre de 1995 en Benidorm con ocasión del Encuentro Anual de los Antiguos Marinos de la República.

Foto: Archivo familiar José Fernández Navarro.


domingo, 31 de julio de 2016

El ANGUSTIOSO Y ACCIDENTADO VIAJE A MÉXICO CUBA/SAINT DOMINGUE. Julio 1940

El 26 de julio pasado se cumplieron 76 años de la llegada a México del Saint Domingue. Fue la última expedición organizada por el SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles).

Unos 550 refugiados españoles habían partido de Burdeos, el 19 de junio de 1940, horas antes de que entraran los alemanes en la ciudad, a bordo del vapor Cuba, de la Compañía Transatlántica Francesa. Su destino primero era la República Dominicana. Al pasar por  Casablanca, con una situación política muy confusa, el buque fue retenido varios días y, por fin, llegaron el 6 de julio a Santo Domingo. Pero Trujillo exigía el pago de una cierta cantidad por cada refugiado para aceptarlos en su territorio. Con Paris invadido y todos los miembros del SERE huidos, esas cantidades no se pudieron satisfacer y la entrada a la República Dominicana le fue denegada al pasaje. Como el buque estaba bajo jurisdicción francesa y por lo tanto del gobierno de Vichy proalemán siguió su ruta hasta la Martinica con la intención de volver a la Francia ocupada. En el puerto de Fort de France los pasajeros esperaron, angustiados, una solución ante su retorno eminente a una Europa en guerra y bajo el fascismo.

Con la ayuda económica de la recién estrenada JARE (Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles), México pudo fletar el Saint Domingue, que llevó a los pasajeros hasta el puerto de Coatzacoalcos, Veracruz, donde desembarcaron el 26 de julio de 1940. Así fue la angustiosa y accidentada travesía del último viaje antes de la IIª Guerra Mundial. Había durado más de un mes.

Por primera vez, algunos marinos de la Armada procedentes de Túnez o Argelia pudieron subir a bordo de un barco con destino a América. Tres salieron directamente del campo de concentración de Meheri Zebbeus en Túnez. Eran José García González, auxiliar electricista-torpedista, Enrique González del Valle, teniente de navío de la RN y José Leiro Nieto, auxiliar naval. Del campo de concentración de Boghari, en Argelia, salió José Mosquera Lorenzo, auxiliar de artillería. En Francia, del campo de Argelès-sur-Mer, marcharon Miguel Barber Serra y Arturo Sardina Pico, auxiliares de artillería. Del castillo de Collioure, donde franceses y alemanes torturaron a exiliados republicanos, salió José Prado Pérez, auxiliar de artillería. De Francia también salieron el almirante Luís González de Ubieta con su mujer y los auxiliares de artillería Miguel Caballero Gil y Manuel Fernández Pol.


En México tuvieron destinos desiguales que otro día seguiremos.