Guillermo Campoy Zapata (archivo familiar) |
Guillermo Campoy Zapata nació
en Cartagena en 1913. Era el último de 8 hermanos. Su padre, José, era
maquinista de la Armada y la familia vivía en la calle Santa Florentina. A los
20 años era alumno maquinista en prácticas y en 1935 fue ascendido a tercer
maquinista.
El 17
de julio 1936 estaba embarcado en el Sánchez Barcáiztegui. Ese día, el destructor
fue mandado, junto con los destructores Lepanto
y Almirante Valdés, a aguas del protectorado español de Marruecos
con el fin de bloquear sus puertos. El comandante del buque, Fernando Bastarreche,
entró en Melilla para unirse a la
rebelión, pero la tripulación forzó la salida del puerto y detuvo a la
oficialidad sublevada, salvo el alférez de navío Álvaro Calderón. Guillermo
Campoy tomó parte activa en esta acción en defensa del gobierno legalmente
constituido.
Durante
la guerra Guillermo Campoy estuvo embarcado en el Jorge Juan y en el Ulloa.
Fue ascendido a teniente maquinista en 1937 e ingresó en la Escuela Popular
Naval. En una carta escrita a su familia
dice: “De la guerra no os cuento nada
porque me pasa lo que a todo el mundo que tenga vergüenza, esto es: deseando
que termine pero después de haber
ganado” (1).
Pero no ganó. Tuvo que salir de Cartagena con
la Flota a bordo del Cervantes el 5
de marzo de 1939. Llegó a Bizerta el
día 7 y el 12 fue mandado al campo de concentración de Meheri Zebbeus. El día
30 de marzo las autoridades francesas hicieron leer públicamente un documento que
había llegado en nombre del contralmirante franquista Salvador Moreno. Era un
llamamiento para que volvieran a España, donde no tenían nada que temer los que
no tuvieran «las manos manchadas de sangre». Se les otorgaba una amplia
amnistía.
Guillermo Campoy no estaba implicado en ningún
delito. No tenía nada que reprocharse ni que temer. Entre los compañeros había
dudas pero Guillermo decidió volver. Al día siguiente marchaba de nuevo a
Bizerta y embarcaba en el Marqués de
Comillas rumbo a Cádiz. Todos los marinos que volvieron fueron internados
en el campo de concentración de Rota donde debían pasar ante una Comisión Clasificadora
que pedía informes al Ayuntamiento, a Falange y a la Guardia Civil de todos los
lugares por donde había pasado el “encartado”.
Además, siempre se pedía encarecidamente el informe del SIP (Servicio de
Información del Personal). Éste actuaba un poco como la Inquisición: acusaba
sin aportar pruebas, sus acusaciones eran pruebas suficientes.
El eficaz SIP de Cartagena mandó un telegrama
el 10 de junio, apenas un mes después de su llegada a Cádiz, con el siguiente
texto: “Estaba embarcado en el Sánchez
Barcáiztegui cuya dotación se sublevó contra el mando tomando parte este
maquinista en la detención de los oficiales PUNTO Gran elemento del Partido
Comunista propagandista destacadísimo PUNTO Formó parte de los Comités PUNTO Sus
servicios fueron voluntarios PUNTO Considerado indeseable PUNTO” (2). Hemos subrayado la aberración de que la “dotación se sublevó contra el mando”,
ya harto conocida, pero que no deja de asombrar por la desfachatez: los
rebeldes fueron los militares que se sumaron y apoyaron el golpe militar
franquista y no al revés.
Las acusaciones del SIP pesaron sin duda lo
suficiente como para que se le incoara un proceso que terminó en condena a
muerte.
El 4 de noviembre de 1939 escribía a su hermana
Carlota: “De mí no tengo nada que
contarte”. Espera salir libre después del marido, también encarcelado, de
su hermana, “porque de esta forma al
salir no tendré que pensar más que en tratar de ser todo lo feliz posible. Tú
ten paciencia que todo llegará…”(1).
Guillermo Campoy Zapata murió unos días
después, entre el 7 y el 11 de noviembre de 1939 en el penal de Cuatro Torres a los 26 años. La fecha
no es del todo segura ya que ni siquiera fue inscrito su fallecimiento en el
Registro Civil. Fue arrojado a una fosa común y a día de hoy su familia aún no
sabe dónde está enterrado, como otras miles de familias. Ni siquiera es seguro
que fuera fusilado, paseado o asesinado en el penal como parece demostrase unos
años más tarde.
En 1956, el Tribunal Especial para la Represión
de la Masonería y del Comunismo le abre expediente “para proceder a la depuración comunista”(3). Lo primero que hace el Tribunal es interesarse
por su paradero. Pero tras varias indagatorias se le informa que “se tienen noticias de que fue condenado a
muerte, no sabiendo con certeza si fue ejecutado o murió en la Prisión de Cádiz
por el año 1940 aproximadamente” (3). En el SIP de Cartagena consta que se
hizo entrega de sus pertenencias a su familia en junio de 1940, con lo cual
piensan que está fallecido pero no hay prueba documental de ello. Ante tal deficiencia documental, el Tribunal
procede “al sobreseimiento provisional
sin perjuicio de su continuación si en lo sucesivo hubiera méritos para ello”
(3). Sin comentario.
Foto: archivo familiar de su sobrino-nieto Salva Solano Salmerón
1. Cartas publicadas
por su sobrino-nieto Salva Solano Salmerón. http://www.votaycalla.com/cartas-preso-franquista-depurado/#.WCTLS_nhDIW
2. Archivo Naval Cartagena,
expediente SIP nº 1058
3. ARMH, TERMC, número del tribunal 54.408; Sumario
386/56.
Muchas gracias de nuevo por tu labor, Victoria.
ResponderEliminarUn abrazo.
gracias por seguir honrando a los olvidados
ResponderEliminarYo tengo su certificado de defunción. Lo mataron el 7 de noviembre de 1939 en el penal de Cuatro Torres, arsenal de La Carraca, Cádiz.
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo.
ResponderEliminarEra mi tio abuelo.....descanse en paz.
ResponderEliminarGracias por este homenaje