Tomás Martín Pascual en 1935. Foto del archivo familiar de Tomás Martín |
“Tomás empezó a los catorce años a trabajar en ferrocarriles, en trenes
de cercanías de Madrid, llevando paralelamente estudios en academias de noche”.
Así empieza Carmen Torres, compañera de Tomás Martín Pascual, su biografía (1).
Con tesón, preparó oposiciones
para entrar en la Marina y en 1935, obtuvo el puesto de auxiliar 2º
del Cuerpo de Auxiliares de Oficinas y Archivos de la Armada. Con 22 años
vestía el uniforme de suboficial de Marina.
Carmen precisa: “En el treinta y cinco no creo que tuviera
ideas marcadas políticamente. Se divertía con su panda de amigos, piropeaba a
las chicas en ese Madrid castizo donde se vivía en una explosión de canciones,
de creaciones artísticas y literarias que había hecho florecer la República en
1931”.
Pero, por esas fechas, contactó
con la UMRA (la Unión de Militares Republicanos Antifascistas) y en julio de
1936 formó parte del núcleo de marinos que ocupó el Ministerio de Marina en
Madrid, cuando los marinos franquistas intentaron secundar el golpe de estado. Tomás
Martín participó en el asalto al Cuartel de la Montaña y como ayudante del
Comandante Ristori subió al frente de Guadarrama, donde fue herido.
En agosto de 1936 embarcó en el Jaime I, luego en el Sánchez Barcáiztegui y en el Churruca. A bordo de este destructor participó
el 6 de marzo de 1937 en el combate de Cabo Palos en el que fue hundido el
buque insignia franquista Baleares. Habilitado
comandante, miembro del Estado Mayor de la Armada, fue destinado a Barcelona en
1938 y en enero de 1939 marchó voluntario a una unidad de Infantería de Marina
en Palamós. Junto con su unidad pasó la frontera en febrero de 1939.
“Como veis, en estos tres años de guerra de una actividad desbordante en
los que siempre asumió puestos de responsabilidad, el joven bonito se ha
convertido en verdadero jefe que organiza, da órdenes y que da toda su vida y
entusiasmo en la lucha contra el fascismo”, dice Carmen.
En Francia, fue internado en el
campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Uno de los campos de arena y viento
donde serán recluidos los exiliados, sin tiendas, sin agua potable, sin comida.
Saldrá de ese campo para trabajar en una fábrica de tanques en departamento del
Tarn. Con la caída del ejército francés y la firma del armisticio, en
1940, Tomás fue de nuevo encerrado en
Argelès.
Cuando las tropas alemanas cruzaron
la línea de demarcación e invadieron el sur de Francia, Tomás comprendió que
estaba en peligro, escapó y consiguió esconderse trabajando de minero en una
mina de Saint-Etienne en la zona del Ródano-Alpes. En esta mina era el único
español.
Carmen cuenta que fue “una de las etapas más difíciles que ha
vivido, él que no había trabajado nunca manualmente. Allí no conoce a nadie. El
pozo donde trabaja se encuentra a 1000 metros de profundidad. Le dan harapos
como ropa y una botas donde le entra el agua por todas partes”.
Al cabo de 10 meses consiguió
escapar de aquel infierno y llegó casi por casualidad a Carcassonne. Allí, un
marino, compañero suyo y camarada comunista, José Luís Fernández Albert le proporcionó
papeles falsos para “camuflarlo”. En la confección de esos papeles contribuyó
el fotógrafo Agustí Centelles que había montado un laboratorio clandestino para
confeccionar documentación falsa. Tomás se incorporó a la resistencia, donde le
conocían como “el marino”. Más tarde,
gracias a su formación y a hablar francés, consiguieron que entrara a trabajar
en las oficinas del Grupo de Trabajadores Extranjeros nº 442 donde los alemanes
reclutaban la mano de obra para los trabajos de fortificación en el Muro del
Atlántico o en Alemania. Su situación en las oficinas le permitió trabajar para
la resistencia y ayudar a muchos a escapar de la Gestapo, mandándolos a
trabajar de carboneros en el bosque.
Pero, el 20 de enero de 1944, al
ir a entregar un paquete de “Combat”,
órgano de la Resistencia, fue apresado junto a dos camaradas por los alemanes. Después
de ser salvajemente torturado durante 15
días por la Gestapo, lo mandaron desde Compiègne, a Mauthausen.
“Salen en un vagón de mercancías abarrotado de mujeres, niños judíos y
resistentes. El viaje dura varios días sin comida y sin agua. Muriendo ya
muchos en el trayecto. Los pobres niños al llegar al campo fueron separados de
sus madres y llevados directamente a la cámara de gas. Esto marcó para siempre
a Tomás”, dice Carmen.
En Mauthausen llega con la
consigna “Nacht y Nebel” (Noche y
Niebla), o sea ser exterminado rápidamente. De ese trance le salvará la
organización clandestina que habían formado los españoles. Consiguieron
mandarlo con un grupo al comando Loibl-Pass en Yugoslavia antes de que pasara
por la cámara de gas. Un día, herido a consecuencia de un accidente, fue
mandado de nuevo a Mauthausen. En la enfermería se declaró el tifus y quedaron
totalmente aislados.
“Les echaban la comida a través de las alambradas y cuando se iban
muriendo, los enfermos que aún tenían fuerzas, los arrastraban y los quemaban
en un agujero con gasolina. Poco a poco se fueron contagiando unos tras otros.
El único que resistió por haber tenido esa enfermedad de pequeño fue Tomás
incumbiéndole vivir entre esa agonía y arrastrarlos y quemarlos hasta el último”,
recuerda Carmen.
Cuando salió de aquel barracón de
muertos, se incorporó al Grupo Internacional de Resistencia que se había formado en Mauthausen. Temían que
en el último momento las SS acabaran matándolos a todos, por eso prepararon una
insurrección para, al menos, morir defendiéndose. Dentro de esa organización, Tomás
Martín fue una pieza clave. Era el responsable
del asalto de la puerta principal y sus dos torres cuando se desencadenase el
motín.
El 5 de mayo de 1945 Mauthausen fue
liberado y 20 días más tarde Tomás Martín salió del campo con la Cruz Roja, como
responsable de un grupo de 175 españoles enfermos y heridos. Pero en el momento
de pasar la frontera con Francia, las autoridades no admitieron a los
españoles. ¿Qué hacer con estos apátridas? ¿Dónde mandarlos? ¿Quién se iba a
hacer cargo de ellos? Durante 10 días tendrán que esperar la orden que les
dejase pasar.
Con el convoy de la Cruz Roja. Archivo familiar de Tomás Martín |
Por su compromiso en la
Resistencia y en el
campo de Mauthausen las autoridades francesas le concedieron, en 1949, la Cruz de Guerra con estrella de jaspe, una
de las condecoraciones de más prestigio. Ya le habían otorgado la Cruz de la
Deportación, la Cruz de los Combatientes y la Cruz de la Resistencia.
Cuando salió del campo era aún un
hombre joven, volvió a Carcassonne, donde tenía amigos, conoció a Carmen, se
casaron, tuvieron dos hijos y la vida siguió, con dificultades enormes. Tomás
Martín se suicidó con 59 años el 31 de marzo de 1972 en Carcassonne.
1. Carmen TORRES CHUECA, española
exiliada con sus padres, fue agente de enlace de la 5ª Brigada de los guerrilleros
españoles del departamento de l’Aude.
Fuentes:
Boletín de Información de
L’Amicale des Anciens Guerrilleros Españols en France (FFI), nº64.
Boletín de l’Amicale de Mauthausen,
nº 163, noviembre 1972
Conversación con Carmen Torres, 20/03/2008
Biografía de Tomás Martín escrita por Carmen Torres.
Pons Prades, Eduardo, Morir por la libertad: españoles en los
campos de exterminio nazis, Madrid, Vosa, 1996, p.46.
No hay comentarios:
Publicar un comentario