domingo, 2 de abril de 2017

Cierran el campo de concentración de Meheri Zebbeus (y 3)

Guardianes en Meheri Zebbeus. Archivo familiar Ramón Casas Guitart, marinero de  2ª en el Jaime I.


El mes de abril de 1939 se estira en el campo de Meheri Zebbeus, sin perspectivas ni salidas a la situación de los marinos. Tratan de pasar el tiempo: dan clases de francés, de electricidad y de mecánica; organizan batallas de escorpiones; hacen un llamamiento en el  campamento para reunir todos los libros traídos de los buques y montar una biblioteca.

Poco a poco reciben noticias de España desde Oran o Gibraltar. Hablan de fusilamientos y represalias. Empiezan también a recibir carta de las familias. La mujer de uno de ellos le dice: “No mandes más muñecas para las nenas porque todas han llegado rotas”. No tienen hijas, ni su marido ha mandado muñecas, por supuesto. Es un aviso: las muñecas rotas son los marinos ejecutados. Efectivamente, en Cartagena se desató  una represión brutal y sistemática en la Marina.

En mayo se abre una posibilidad de salir del campo de concentración de Meheri Zebbeus, haciendo de hortelanos. Se trata de montar una granja agrícola en terreno baldío, cerca de la ciudad de Kasserine, a unos 300 km de Túnez capital, hacia el interior del país. Deberán trabajar sin contrato ni sueldo hasta “ver lo que cada uno da de sí”. Allí marcharán en torno a 200 marinos.

En septiembre Francia entra en guerra y necesita mano de obra urgente. Como en Francia, en el Protectorado de Túnez formaron Compañías de Trabajadores con los españoles. En  el campo de concentración de Meheri Zebbeus todos son enrolados, a la fuerza y bajo escolta, al servicio del Estado francés.  Unos 50 especialistas son mandados al arsenal de Ferryville. Otros deben marchar al monte Chambi, cerca de Kasserine, para hacer de leñadores, durante un invierno frio y nevado.  Otro grupo de 120 aproximadamente es mandado a Ghardimaou para ensanchar y arreglar una carretera, la “route nº6”, a pico y pala durante 10 horas de trabajo diario. Unos cuantos son mandados a trabajar como mineros en las minas de lignito en Cap Bon, al extremo este del país. Son enviados a cualquier sitio donde necesiten mano de obra gratuita: para limpiar cuadras llenas de chinches, para desenterrar una antigua presa a pico y pala, de peones para construir casas, de braceros en casas de colonos franceses.
Todos trabajan en condiciones muy duras: están alojados en tiendas de campaña del Ejército francés de África, los marabouts, por grupos de 10 ó 12 cuando estaban pensadas para seis soldados. Por colchones tienen el suelo que cubren con ramas, haga frio o calor. Trabajan “por un plato de sopa con grasa y algunos huesos de camellos”. Muchos van descalzos.

Pero, con todo, los que peor lo pasaron fueron los del “grupo de Gabès”. En septiembre de 1939, en el campo de Meheri Zebbeus las autoridades seleccionaron unos 270 ó 290  marinos. Son los “indeseables” o sea los rebeldes, los protestones, los indomables, los comunistas, los anarquistas. Este grupo forma la 7.ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, anexionada al 1er Batallón de Infantería Ligera, conocido por ser un batallón disciplinario compuesto por personas que han cometido delitos o faltas graves en la vida civil o en el Ejército. Son los temidos batallones africanos de castigo.

“[Nos llevaron] al sur de Túnez, al desierto de Gabès en tren como borregos, custodiados por senegaleses que no nos dejaban ni asomarnos al exterior, hasta la ciudad de Gabès, y de allí, como no había más vías de ferrocarril, nos embarcaron en camiones hasta el desierto de Gabès […] lo pasamos muy mal. Aquello era un verdadero infierno”.


Prácticamente en diciembre de 1939 no queda nadie en Meheri Zebbeus y el campo cierra. Ya todos los marinos están “colocados”. Para coordinar y servir de enlace entre los “obreros” y las autoridades francesas en Túnez se abre en la capital un “Service Central des Travailleurs Espagnols”, que los españoles llaman la Casa de España. Al frente se encuentra el capitán de fragata Julián Sánchez de Erostarbe, ex-jefe del Estado Mayor Central de la Armada, que ha venido desde Francia donde había marchado al exilio.

El capitán de corbeta, Julián Sánchez Erostarbe

En junio de 1940, la firma del armisticio entre Francia y Alemania constituye un nuevo giro en la situación de los refugiados españoles. Otros campos, otros avatares esperan aún a los marinos republicanos.



Fuentes: Centre des Archives diplomatiques de Nantes (CADN). Fonds de la résidence française en Tunisie. 1º versement. Articles 2186-2187. Testimonios: marinos Manuel Pedreiro Pita, Juan Ponte Paseiro, Rafael Dasí Navarro,  Felipe Noguerol Otero, José Fernández Navarro. Bibliografía: ALEYA SGHAIER,  Amira, “Les réfugiés espagnols républicains en Tunisie en 1939” in Le mouvement social n°181, 4/1997, p. 31-52 ; Alpert, Michael, La guerra civil española en el mar, Madrid, Siglo XXI, 1987; EGEA BRUNO, Pedro María, La represión franquista en Cartagena (1939-1945), Cartagena: P.M. Egea, Novograf, 1987; FERNÁNDEZ DÍAZ Victoria, El Exilio de los marinos republicanos, Valencia: Universitat de València, 2009; GAFSI, Abdelhakîm, “La situación de los refugiados españoles en Túnez entre el 4 de febrero de 1939 y el 18 de julio de 1940, según unos documentos de archivos del Gobierno tunecino” in Almenara, vol. 10, Madrid 1976-1977, p. 94;  SANTIAGO Lucio y otros, Internamiento y resistencia de los Republicanos españoles en África del Norte durante la segunda guerra Mundial, Sant Cugat del Vallès (Barcelona): autoedición, 1981; YAZIDI, Bechir, El exilio republicano en Túnez, Ferrol: Editorial Embora, 2008



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